12/8/18

Chulilla Maravilla 2.0

Espectacular la ruta per Chulilla amb dos banys inclosos.

Però primer anem amb la crónica de Carlos.
Hay gente que no comprende que puedas hacer cinco horas de coche en un día para realizar una ruta que dura eso mismo, unas cinco horas…..bueno, menos si le quitas los baños y el almuerzo. A mí me pasa todo lo contrario, no entiendo que, por solo cinco horas de coche, te puedas perder lo que hemos vivido hoy pero, no me hagan mucho caso, al fin y al cabo solo soy un friky.
Y es que Chulilla es una ruta obligada para cualquier biker, nadie debería dejar de visitarla, al menos una vez en la vida y quedar atrapado para siempre, condenado a venir una y otra vez. Qué cruel castigo, al nivel del premio del Gordo de la Primitiva o de la devolución de Hacienda.
¿Y quien tuvo la culpa de todo? Pues ya saben, el de siempre, la culpa fue de Tipotane, que una y otra vez, verano tras verano, me llama para organizar esa ruta que todo lo cambia. Aventura que comenzó hace dos años, cuando me invitó por primera vez y que no pudimos repetir el año pasado por mis problemas de agenda con la Transalpina. Este año no podíamos dejarlo escapar y el día de Rafòl de Salèm fijamos la fecha.
Solo había que ir buscando “víctimas”, pero las fechas no acompañan, muchos viajes, vacaciones, compromisos familiares y falta de disponibilidad de tanto tiempo libre fueron deshojando el grupo, aunque, eso sí, sirvió para que nos aportaran propuestas de ruta que fueron bien aprovechadas. Gracias, Enrique, la versión 2.0 te la debemos a ti, fue grandiosa.
Finalmente, cuatro bikers pudimos acudir a la cita tras los esfuerzos por convencer a Julio, ese biker con un corazón inversamente proporcional a su habilidad para pronosticar el tiempo. Se pasó los dos últimos días diciendo que tronaría, caerían chuzos de punta, que el agua nos arrastraría y que allí moriríamos todos ahogados….visto el resultado final, creo que igual acertó el día pero se equivocó de milenio. Nostradamus puede respirar tranquilo, su sucesor todavía no ha nacido.
También se apuntó Jordi Climent, que nunca había rodado por allí, increíble, uno de los grandes gurús nacionales del MTB y le pudimos enseñar una ruta, eso tiene más mérito que montar un mueble de Ikea sin ayuda...y sin que sobren piezas. Dudó durante toda la semana por el tema del calor, que no lo lleva muy bien, afortunadamente no tuvo en cuenta el grado de humedad. El baño en Sot de Chera le devolvió a la vida y no le abandonó hasta el final. Volverá y vendré con él.
Al final, entre la lejanía del punto de salida y falta de aparcamiento, no pudimos iniciar la ruta hasta las 9:15, era tarde pero no teníamos prisa. La temperatura ideal, el grado de humedad no tanto, era máximo, si hubiéramos dejado una carpa fuera del agua no hubiera notado la diferencia. Las sepias se pescaban con cazamariposas.
Las vistas son bonitas hasta desde el parking, a los pies de Chulilla, pueblo de postal. También lo son sus rampas, que pudimos sentir en nuestras piernas al atravesar el pueblo. Aquí los abueletes cambian las alpargatas y los bastones por cuerdas y piolets. En invierno, crampones.
Una vez al otro lado, iniciamos la ruta en el Mirador del Charco Azul, que ya te da una idea de lo que nos viene por delante, las vistas del cañón del Turia cortan el aliento, te quedas sobrepasado e inicias la senda de Los Calderones con cara de asombro. Esto no ha hecho más que empezar.
La senda es muy bonita y va por encima del cañón, siguiendo la hoz del río y pasando al otro lado ya en ascenso hasta que, de repente, te ves en la entrada de unas escaleras que parecen hundirse a los infiernos, por debajo solo ves el Turia, por ahí no se puede ir, dice Julio. Vamos que no….
La entrada a las escaleras se suponía a pie hasta que Jordi encuentra forma de tomarlas en bici, es un veterano curtido en mil trialeras, las huele en el aire. Si los sioux pegaban sus oídos al suelo para escuchar al ejército yanqui, él prueba el polvo y dice, trialera a cien metros a la derecha, y allí está. Google Earth no tiene satélites en el cielo, todo es un bulo, es Jordi quien les hace los mapas probando tierra aquí y allá.
Así que, yendo detrás de él, también pude entrar montado a las escaleras y, aunque las curvas son imposibles, los tramos rectos los vamos haciendo montados, con precaución por los manillares, los pasos son muy estrechos. Ya el final lo hacemos a pie hasta que quedamos sobre un puente colgante, justo encima del Turia, una auténtica pasada. Las vistas alucinantes,….¿Y ahora qué?
Afortunadamente, al fondo siguen las escaleras, tan estrechas que apenas puedes pasar con la bici, mejor llevarla delante y sobre una rueda, como nuestro “sensei” Jordi nos muestra. Una vez abajo, nos encontramos en la misma orilla del rio y te quedas sin aliento, no se puede estar en lugar más bonito.
Solo nos queda subir al siguiente puente colgante para volver a pasar al otro lado y, a partir de ahí, ya todo es ciclable salvo por algún punto muy concreto. Comienzan unos tres kilómetros en los que, os vas un poco atento, o se te hace de noche echando fotos, les recomiendo no llevar baterías de recambio o, en caso de llevarlas, cargar también luces en la bici. No se pueden hacer tres metros sin echar una foto. Si fuésemos con cámaras de carretes, haría falta un camión para llevarlos.
Viendo el panorama, acordamos ir haciendo relevos “foteriles”, es decir, el que vaya delante que pare en el lugar que guste, eche fotos y retome la marcha tras el último. Ni en una contrarreloj por equipos de la Vuelta a España se vieron mejores, fue una sucesión de flashes mientras el grupo seguía en movimiento hasta que salimos del cañón de Turia y volvimos a parar a despedirnos de tan mágico lugar. Vayan, no dejen de ir, no saben lo que se pierden.
Por cierto, no puedo dejar de llamar la atención sobre un cartel que prevenía de importantes crecidas inesperadas que miré con cierta incredulidad hasta que Julio, ante mis ojos, aumentó su estatura en un palmo, quedando gráficamente documentado, compruébenlo ustedes mismo. Aquello me ayudó a comprender el motivo por el cual una novia tan guapa ha encontrado motivo para casarse con tal elemento. No fue por su simpatía sino por sus importantes crecidas inesperadas….
Una vez fuera del cañón, nos dirigimos a la presa de Loriguilla, atravesando un bonito puente y tras pasar por un poco de asfalto diseñado por ingeniero borracho o amante de los nudos de corbata. Cómo sería la cosa que, al pasarle previamente el track a Jordi, pensaba que era un error y lo rectificó haciéndolo recto. Hubiera sido posible hacerlo así, pero con cuerdas.
Una vez arriba, encontramos el embalse de Loriguilla que, al contrario que hace dos años, estaba bien provisto de agua, fue bonito verlo así. Paramos unos minutos a verlo, tomar unas barritas y seguir, venía un prolongado ascenso hasta la Trialera del Guerrero de Sot.
Se trata de un ascenso por pista, cómoda en un principio porque el terreno es bueno pero que el grado de humedad la va endureciendo. Tiene algún corto tramo de bajada pero lo peor de todo es que el porcentaje de subida se va incrementando conforme pasan los kilómetros, quedando lo más duro al final.
Una vez arriba, tocó ponerse las protes, aunque sabía que el descenso no era muy exigente. La trialera del Guerrero de Sot es divertida, rápida y muy sencilla en su inicio, después se va llenando de roca y haciéndose más molona, nunca complicada. Paramos a echar fotos en un par de lugares, sobre todo al final, que es la mejor parte, donde encuentras una serie de curvas entretenidas. Finalmente acabamos en cementada, con cara de haber disfrutado mucho. Sot de Chera está nuestros pies, el baño nos espera.
Pero todavía debemos superar dos cortos tramos de trialera, muy corto y complicado el primero por lo sucio y empinado que está, repleto de rocas sueltas. Estuve a punto de intentarlo pero ver a Jordi caminando me puso el sentido común que de natural me falta.
El segundo tramo también es algo técnico pero factible, hay un par de pasos complicados, por su estrechez entre las enormes rocas que hay en el suelo, y el gusto por conservar el cambio trasero. Más adelante vienen tres o cuatro curvas muy chulas, solo me dejé la última porque está muy complicada y te juegas el bigote. Te pegas un buen guantazo como no te salga bien.
Acabamos con divertidas escaleras que nos dejan en el pueblo, cuyas calles atravesamos hasta llegar al rio, donde buscamos un lugar apartado para cambiarnos y volver a “la playa” del pueblo a disfrutar del agua. No había mucha gente, son las once y media de la mañana.
Probablemente influyó la hora pero imagino que la temperatura del agua también debió tener su parte de culpa. Algo debí imaginar en cuanto vi más pingüinos y osos polares que personas pero pensé que formaban parte de alguna KDD Ártico-Antártica, habiendo quedado a medio camino. En cuanto puse un pie en el agua, los pezones se me pusieron más duros que el pan de cuatro días. De mis huevecillos, nada más se supo.
He descubierto de dónde sacan los jadeos los dobladores de películas porno, se van al rio de Sot de Chera y graban a la gente entrando al agua, es increíble las bocanadas que da la gente buscando aire con el que llenar sus pulmones mientras el diafragma se encoge hasta que el ombligo toca la espina dorsal. No sé a qué esperan para poner un puesto de Socorro en la orilla, igual estaban ocupados sacando gente con shock térmico.
Tras unos minutos de lucha por respirar, el cuerpo se acaba aclimatando al ártico e incluso comienzas a disfrutar del agua, pudiendo empezar a moverte un poco, tampoco demasiado. Fue gracioso ver a un fornido joven acercarse confiado al agua con el fin de echarse al agua, tocarla con la punta del pie y salir escaldado, chillando cual perro tras recibir un puntapié.
Diez minutos fueron suficientes para reponernos e ir a buscar almuerzo en “El Cerrao”, bar cuyo nombre desconcierta, habría que explicarle al dueño algunos conceptos del marketing. Yo le cambiaría el nombre por “El Petao”.
Y es que, cuando llegamos, estaba hasta la bandera y nos lanzamos como animales a la única mesa vacía que quedaba, encadenándonos a ella para evitar que nadie se la llevara, ni con sierra radial. Allí disfrutamos de una hora de descanso mientras nos zampábamos el almuerzo popular a la sombra de un tremendo trialerón que baja del Anticlinal de Sot y que acabo de comprobar se puede hacer con un rodeo muy corto, no digo ná y lo digo tó.
Ya solo nos quedaba la vuelta a Chulilla, deshaciendo parte del camino realizado, en una corta pero durilla subida, en parte cementada, que te hacía comprender lo que siente un chuletón cuando lo asan a la piedra, y es que el calor se hacía sentir, y mucho, en dicho tramo.
Más tarde entramos en pista forestal y volvimos a pasar frente a la entrada de la trialera del Guerrero de Sot, deshaciendo un poquito más de camino hasta coger entrada a la derecha pero miro atrás y solo viene Rafa….¿Y los demás?.....Jordi ha visto la entrada de una senda y ha ido a investigarla con Julio, está seguro que sale al track un poco más adelante. Tenía toda la razón y ya ha nacido la versión 3.0 de la ruta. Tramo incorporado a la próxima visita. A sus pies, maestro.
Continuamos por pista poco transitada hasta internarnos en unos bancales que acaban en bonito y corto sendero con una entrada que quita el hipo. Hace dos años la dejé estar porque no me gustó, hoy la vi clara desde el principio, y es que se nota que ha llovido esta semana y el terreno estaba bueno.
Nos calzamos las protes y allá fui, entrada muy inclinada sobre tierra que acaba en fuerte escalón y curva a la izquierda, con lo que el inclinómetro se pone en colorado. Afortunadamente pude pasar bien y me llevé una foto de Julio, “recuerdo de Chulilla” reza en su pie. A todo esto, se asoma Jordi y se lo baja sin despeinarse. El mestre es un crack.
Ante aquello, le dije si quería pasar delante y aprovechó para salir echando chispas, soltando pedales y disfrutando a tope de la senda que desconocía. Por mi parte le seguí a cierta distancia, disfrutando muchísimo más de la senda que la vez anterior, el suelo estaba mucho mejor y ya sabía cómo era, puesto que tiene algún repecho escondido.
La disfrutamos mucho y estuvimos atentos a la entrada a senda a la derecha, que era el tramo nuevo del día, aportado por track de Enrique, no realizado por él pero estudiado en su día en visita que realizó al lugar. En el Google Earth salía una senda muy estrechita y poco visible, no las tenía todas conmigo, a saber si era ciclable o no, de ahí las protes.
Y, definitivamente, fue el gran acierto del día, la senda es espectacular, de montaña, con un punto técnico muy chulo en su inicio, con mucha roca, para luego ir cogiendo pendiente y comenzar una serie de curvas muy divertidas, creo que solo una me quedó sin hacer. Solamente sería recomendable volver a hacerla e ir retirando los pedruscos con los que te vas encontrando cada dos por tres, que impiden que cojas velocidad. El problema es que íbamos tan engorilados que allí no estaba nadie para parar, los esquivábamos y seguíamos.
La divertidísima senda acaba bajando al lecho del Barranco de Vallfigueras, comenzando un corto trecho de potente subida por senda, bastante suelta en su inicio y que mejora conforme vas subiendo. Solo tuve que patear un poquito en su inicio.
La senda acaba saliendo a la trialera que baja a Chulilla desde las pinturas rupestres que existen en la zona. La bajada es divertida y muy sencilla, solo hay que ir atento a no pasarte en alguna curva y no morir en el corto rampón que tiene a medio recorrido. El punto final lo ponen unas escaleras que nos dejan con una sonrisa de oreja a oreja. El retorno es divertidísimo.
Ya solo nos quedaba buscar el Charco Azul para coronar la ruta con un buen baño reparador, encontrando a un grupo de bikers por el camino que nos indican que van para allá, los seguimos pero nos llevan al Remanso de las Mulas, lugar donde nos bañamos hace dos años, muy chulo también pero más pequeño y hoy repleto de gente, por lo que nos damos la vuelta en busca del Charco.
Allí se llega por divertida pista, con varios pasos sobre el rio, en puentes de madera o cemento. El Charco Azul es grande y extenso, así que buscamos lugar donde bañarnos, alterando la tranquilidad de un lector que había encontrado un fantástico remanso de paz para disfrutar de un libro y ocasionales baños con los que ahuyentar el calor.
Nosotros cuatro llegamos como elefantes en cacharrería, llenos de entusiasmo y alegría a disfrutar de un fantástico chapuzón que nos dejó como nuevos. Hasta una serie de rapaces vinieron a saludarnos desde lo alto, viendo al pajarraco con nosotros. Ese casco naranja lo delata, desde la Estación Espacial Internacional se ve el Amazonas, la Gran Muralla China y el casco del pajarraco.
Ya solo quedaba la feliz y fresca vuelta a los vehículos, donde una última sorpresa nos tenía preparada Rafa, con una nevera repleta de birras, coca-colas y horchata, con mucho hielo, que le hizo entrar directamente en el Olimpo de los Dioses. De hoy mismo, todos los bikers estamos obligados a rezarle un par de padrenuestros cada noche antes de acostarnos.
Tras aquello, buscamos un lugar para zamparnos un bocata y acabar de comentar la ruta realizada, recreándonos en lo bien que lo habíamos pasado y las ganas de volver: Jordi en invierno, para meterle más kilómetros y trialeras, nosotros en verano, para bañarnos. Vendré las dos veces.
Fantástico día, con una de las sendas más bonitas de España, divertida primera trialera y una segunda que es de quitarse el sombrero, con buen almuerzo y dos baños impresionantes, que te dejan como nuevo…..¿Y la culpa? Ya lo saben, del de siempre, del Tipotane.
Gracies, amic !!!

La resta de fotos.

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