26/8/18

Benidorm. Superenduro - Mil escalons

Dissabte ruta per Benidorm en la bici, la intenció era repetir ruta de l'estiu del 2016 en que vaig morir en l'intent. Ara recuperat de l'accident i amb bici bona..... tenia moltes ganes. Anem amb la crónica de Carlos.
Somos golosos, no tratemos de disimularlo, disfrutamos de la comida esperando siempre el plato final, ese postre que ponga la guinda a una estupenda comida. No me digan que matarían por una milhoja de chocolate, un brownie, un helado o un coulant…..pueden tomar fruta si quieren, pero mejor entre semana. Para el fin de semana reservamos lo mejor.
Pero el postre tiene un peligro, hay que llegar al él con hambre, por lo que su disfrute es inversamente proporcional a lo que hayamos gozado de la comida, si esta estuviera tan deliciosa como para pegarnos una “jartá”, ay amigo, el postre está en peligro. En “La Parrilla” de Benasque quedó mi helado en el plato, prácticamente sin tocar, y qué poca lástima me dio.
Hoy nos volvió a pasar, nos quedamos sin postre, aunque no por castigo sino por empacho de trialera, calor y cansancio. No pasa nada, solo es cuestión de hacer más hambre para la próxima vez y así nos pueda acompañar Esther.
Y es que la ruta original pretendía realizar la Mil Escalones, Superenduro y Freerider, por este orden, con el plato fuerte al final, rememorando una mítica ruta del 2010 dirigida por JRVidoy y Skullman, acompañados por Kuko, Jesuky, la Domador’s family (un espectáculo ver a su padre) y Angeleta, la única mujer que podría poner en aprietos a Esther, otra gran bajadora.
Repetí la ruta seis años después, con Rafa y Luís, pero con suerte dispar, la disfrutó mucho el segundo, la sufrió un poco el primero, hacía poco tiempo que volvía a salir tras su accidente y todavía no estaba acostumbrado a este tipo de exigencias, tanto físicas como técnicas. Yo no sé si él tenía clavada alguna espina por aquella mañana, yo sí la tenía, me gusta que la gente disfrute en mis rutas, no me gustan las caras de “patiment”.
Dos años después, con nueva bici y Rafa en plena forma, llegó el momento de repetir, sabiendo que, ahora sí, la disfrutaría por completo. Fue proponérselo y aceptar inmediatamente, afortunadamente tiene poca memoria.
Solo faltaba buscar al resto de “víctimas”, acordándome inmediatamente de Chemari y Esther, no sabiendo si todavía estaban de viaje. Desafortunadamente para ellos, acababan de finalizarlo pero solo se apuntaba Chemari, el curro impedía la llegada de Esther. No descansaré hasta que pueda venir más adelante.
Venía acompañado por Jordi K, tras llegar su amortiguador trasero del servicio técnico. Con la clase que tiene, tampoco le hubiera hecho excesiva falta, se defiende fantásticamente bien sin él. Su Mondraker rígida podría refrendárselo.
Y como estábamos en Benidorm, no podíamos dejar de avisar a Andrés y Sergio, que también decidieron acompañarnos y compartir con nosotros tanto el lugar de salida habitual de su grupo como su bar. Son grandes anfitriones.
Así pues, a las ocho de la mañana, estábamos todos en la iglesia de San Francisco de Asís de Benidorm, lugar de salida habitual de los “Mountain & Beer” tras fenomenal trabajo de Andrés como aparcacoches ante la dificultad de espacio libre provocada por la invasión estival de turistas. Espero que no le falte nunca trabajo pero, por si acaso, como gorrilla no tendría rival.
Saludos habituales tanto a los compañeros de ruta como a los “Mountain & Beer”, que conocí tres semanas antes, entre los que estaban Ángel y Alberto, que declinaron nuestra invitación por exceso de piedra. La ruta propuesta era un homenaje al cólico nefrítico.
Iniciamos la ruta tranquilamente, subiendo hasta la Repsol, donde Rafa debe parar a comprar agua, su bolsa de hidratación ha reventado por exceso de hielo, la calor aprieta y, en este caso, casi ahoga, teníais que haberle visto salir arrastrado por la corriente al abrir la puerta del coche. Vean la peli del tsunami de Indonesia y se podrán hacer a la idea.
Y lo que debería haber sido una tranquila subida a la Sierra Cortina por asfalto, se convirtió en una acelerada ascensión encabezada por Andrés, que salió con un cohete entre las piernas…..y no me sean malpensados……quiero decir que muy rápido, que tiene uno que explicarlo todo.
Llegamos al rellano de la Sierra Cortina para disfrutar de las maravillosas vistas que ofrece, decidiendo cambiar el orden de las bajadas por consejo de los locales, más conocedores de la zona. Primero la Superenduro, para que el corto tramo de pateo lo podamos realizar a la fresca. Me convencieron inmediatamente, el argumento tenía más peso que un luchador de sumo con bulimia.

Por tanto nos encaminamos al Mirador de la Sierra Cortina para coger la trialera desde su inicio, advierto que la utilización del verbo encaminar no es casual, puesto que se llega tras una rampa tremenda en la que acabas pateando, en proporción inversa a tus fuerzas y habilidad.
Una vez arriba, bonitas fotos del Mirador y a calzarse las protes, se iniciaba la primera bajada del día. Chemari y Kawa ya habían realizado la Superenduro pero nunca desde su punto de salida real.
Tuvimos que esperar un poquito a Andrés puesto que le costaba encajar la mentonera de su nuevo Bell, no me extraña, se trata de dos piezas y con tantas posiciones posibles....afortunadamente el tutorial de Youtube era corto.

La bajada es muy divertida, me gusta mucho, no tiene tramos de excesiva dificultad y es rápida. Esta vez la bajamos con un poquito más de tranquilidad que otras veces, por lo que la fuimos saboreando mejor, incluso Chemari pasó con solvencia el paso aquel donde no cayó la última vez. Lástima que no estuviera Esther para comprobarlo.
La trialera acaba en corto tramo de barranco, que me encanta, pasando bajo dos túneles y realizando un corto remonte para iniciar el tramo de bajada final, donde paré en un punto a fotear y comprobar que Kawa pasa los escalones volando, con lo que uno entiende que su amortiguador tenga tendencia al suicidio.

Una vez abajo, vuelta a remontar a la Sierra Cortina por asfalto salvo el tramo final, por pista, realizando parada intermedia en rotonda con fuente de agua fresquita que vino fenomenal para refrescarse mientras nos quitábamos las protes. En esta rotonda no verán nunca a mujeres de vida alegre un sábado por la mañana, no podrían rivalizar con el agua fresca de la fuente.
En esta segunda ascensión, quedamos Chemari y yo al final, subiendo con más tranquilidad que el resto, charlando y disfrutando de la ascensión hasta llegar de nuevo al rellano de la Sierra Cortina.
Vuelta a las protes y decidimos realizar la Mil Escalones, trialera más corta y estrecha, con más pendiente y sobre todo más piedra que la superenduro. También muy chula y de escasa dificultad gracias a las bicis de hoy en día, fue la única bajada en la que creí jugarme el tipo en 2010. Tanto en 2016 como hoy, la bajamos todos sin despeinarnos. La tecnología allana el camino, como un mal árbitro las victorias del Madrid y Barcelona.
Solo tiene un par de tramos con algo más de complicación, sobre todo el segundo, donde una losa de piedra hace perder la trazada justo donde más inclinación existe, pero solo se trata de ir buscando donde no clavar la rueda delantera. Menuda diferencia supuso ver pasar a Rafa desde la última vez, aquel día agarrándose a la suela de sus zapatillas, hoy soltando frenos a la Genius.

Acabamos en la carretera que bordea Terra Mítica, momento en que los compañeros me hacen ver que ya están empachados de piedra, sintiendo muy cerca la llamada de la cerveza fresca. Es el inconveniente de esta ruta, el bar siempre está muy cerca y se hace difícil no caer en la tentación. Ya no hay ganas de volver a subir, dejamos la Freerider para otra ocasión, nos quedamos sin el postre.
Puesto que solo llevábamos 15 kms y eran las 10:45, Andrés y Sergio nos llevaron de vuelta al bar por las sendas que rodean Benidorm, tramo entretenido que coronamos con la llegada al “Jako Park”, un pequeño bike-park realizado por los bikers locales, plagado de saltos, mesetas y peraltes. Los vimos, los saludamos y los dejamos estar para otra ocasión, son potentes, para gente con experiencia. Juanma y los nucieros disfrutarían como enanos por allí, seguro que ya han estado.
Nosotros decidimos coger la senda que deja el bike-park, muy divertida, en constante culebreo con buenos peraltes e incluso un wallride. Tiene que ser una pasada hacerla dos o tres veces seguidas para aprendértela y bajar a fuego.
Acabamos saliendo al trazado por donde volvimos hace tres semanas, en mi visita a los “Mountain & Beer”, volviendo a pasar por bonito tramo sobre acequia cubierta con un par de pasos aéreos, fotografiando en el segundo todo lo bien que mi ineptidud me dejó hacer.
Llegada al bar a disfrutar de un entretenido almuerzo, salpicado de anécdotas y risas.

 Acabando con un bonito detalle por parte de Rafa, dejándome un pendrive con los vídeos de Aínsa, que son una auténtica gozada y un gran recuerdo.
Fue la coronación a una entretenida mañana, donde el empacho de subidas, piedras y calor acortó los planes iniciales con el fin de que se disfrutara de la ruta. Espero que así fuera pero, señores, la Freerider no la pienso dejar así. Volveré y pronto.

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