Ocurre con los productos alimenticios
que, para distinguirse de la competencia, tratan de diferenciarse a
través de la etiqueta de denominación de
origen, evitando así falsificaciones. Es evidente que un turrón de
Jijona está mucho mejor y tiene más calidad que uno hecho en China,
concretamente en la localidad de Guang Xin Hoan, famosa por su sobrasada
mallorquina, fabada asturiana y turrón de Jijona. Que la diarrea les
coja confesados.
Pues bien, opino que algo así se podría hacer
con las trialeras, ponerles un signo de calidad o de distinción que nos
permita saber a qué nos enfrentamos, no tiene nada que ver una trialera
Rotera con una senda de “Los Pikaos”. Más de un disgusto se ahorraría
alguno y a lo mejor hasta de un diente roto.
Así, dentro de la
variedad de sendas patrocinadas, habría una denominación “Powered by
Rafa”, o directamente la marca “Tipotane”, el culpable de todo, incluso
de la felicidad del que escribe. Se trata de un tipo de senda muy
específico, típicamente valenciano, de montaña, con cantidad de roca en
su lecho, siempre irregular, tanto en ascenso como bajando, arrancando
sonrisas y pateos por igual.
A Rafa ya le conocéis, es un gran
amigo al que embauco con mucha frecuencia pero que se venga de mí de vez
en cuando; se desquita con ganas y bien a gusto que se queda. Aunque no
tanto como yo.
Así, tras hacerlo venir de l’Ollería a la Cala
Reona en la ruta de hace dos semanas, esta vez le tocaba a él tomar
revancha, invitándome a comentárselo a algún otro amiguete pero, sus
rutas son tan especiales y diferentes, que tuve miedo a perder
amistades. No son aptas para todos los públicos, en la televisión
pública antigua tendrían dos rombos y una camilla.
Suerte
tuvimos porque, tras una semana de lluvias, el sábado amaneció con un
cielo amenazador pero sin agua. Había caído durante la noche anterior.
Con un fresquito y humedad interesantes iniciamos la ruta camino de
Bellús, por el Camí dels Caputxins y l’Assagador de Bellús después, por
tranquilo asfalto que evitaba un barranco que probablemente fuera una
trampa de barro. Rafa se guardaba la pólvora para después, no quería
mojarla de inicio.
Llegamos a la Casa del Salido por corto y
empinado tramo trialero que daba idea de la humedad del terreno para
entrar en el Camí de Bellús primero, Camí de l’Ollería después, que no
deja de ser el que pasa junto al Barranc del Salt. Estaba siendo una
ruta tranquila que aprovechamos para ir contándonos batallitas mientras
yo reventaba por contarle que tenía una nueva bici en casa. Pensaba
presentársela al día siguiente.
Pero claro, con Rafa la calma
nunca dura demasiado tiempo, solo hace que preceder a la tempestad, que
se inició una vez pasado Bellús y girado a la izquierda por algo de
asfalto primero, pista rota después, en ascenso a La Planissa, donde hay
un par de depósitos. Recordaba que Ramón me había hablado de aquella
subida alguna vez, la verdad es que se puede subir toda en bici y se
convierte en bonita senda después.
Pero aquí es donde estaba la
trampa, en lugar de bajar la senda tradicional que finaliza en la
carretera de Xàtiva, Rafa me hace girar a la derecha en un cruce y me
encara a un subidón de narices, al Paller, que como buen soldado de
infantería afronté con ganas y sin rechistar. Subida dura pero ciclable,
al menos en su primer tercio.
Me encantó la subida, bastante
ciclable en su inicio, algo menos en el día de hoy por la humedad del
terreno y mi tacañería, que impidió cambiar mi neumático trasero la
semana pasada y parece un slick de motogp. Hubo un punto en que la rueda
patinaba tanto que no pude continuar, en seco se puede subir un poco
más.
Eso sí, tampoco tanto, porque a partir de curva a la
derecha el terreno se vuelve impracticable y obliga a portear la bici
hasta la cresta. No es un porteo difícil, no es necesario echársela al
hombro. Las bonitas vistas de Bellús y su embalse, amenizan el ascenso.
Una vez en la cresta, a la que Rafa llegaba por primera vez y
probablemente una bici de montaña también, decidimos calzarnos las
protes y continuar, pensando que llegaba la bajada pero, nada más lejos
de la realidad, puesto que quedaba un cresteo sobre terreno típico
valenciano, muy técnico, sobre rocas, escalones y piedras de punta que
logré pasar en buena parte. Me ponen muy tonto estos tramos, más que
“Nueve semanas y media”, para desgracia de mi mujer.
Tras
disfrutar como un cochino en el ascenso, muy bonito por ser una cresta
que permite ver ambas vertientes del Pallet, Bellús a un lado, Xàtiva al
otro, llegamos al vértice geodésico donde, ahora sí, tocaba bajar sin
remedio, no sin antes mostrarme Rafa la senda del ermitaño, con un
cresteo fabuloso que sin duda probaremos alguna vez, aunque hayamos de
cargar con bastones de montaña.
La bajada prometía mucho en su
entrada, iniciándola con ganas y decisión, que rápidamente se nos esfumó
al comprobar que aquello estaba empinado de narices y con un grado de
dificultad extremo, máxime con la roca mojada. Un suicidio tirarse por
allí, por lo que fuimos bajando a pie. Una lástima, apenas ciclamos un
poquito al inicio y algún cortísimo tramo después.
Eso sí, la
pendiente suaviza más abajo y ya permite montar, no exento de encontrar
escalones emocionantes y pasos de los de rezar el Padrenuestro, que me
lo sé de carrerilla de tanto practicarlo con Rafa. Sus rutas deberían
estar financiadas por el Papa de Roma, fomentan el catolicismo.
Y bajábamos felices sobre las bicis cuando, de repente, nos surge una
senda perfectamente marcada a la derecha…. ¿Dónde irá?....aquí surgió la
vena exploradora del anfitrión y nos desviamos por ella. El MTB nació
gracias a inconscientes y exploradores, Rafa no entra en la primera
categoría.
Y la
senda resultó ser espectacular, va sobre el Barranc de la Salut y estaba
siendo chulísima hasta llegar a una zona realmente bonita en la que
paramos a fotear y mirar por dónde seguía. Increíblemente no logramos
saber por dónde, ya en casa vimos que había que seguir bajo la cresta en
la que paramos. Una senda tan bonita y marcada no podía terminar tan de
repente.
Al no encontrar la salida, tuvimos que darnos la
vuelta y deshacer el tramo bajado, sin apenas poder ciclar. No
importaba, el lugar era muy bonito y estaba disfrutando mucho de la
ruta.
Una vez en la senda original, seguimos bajando por tramo
muy divertido hasta que, en su parte más cañera, hemos de tomar desvío a
la derecha. Si no es por aviso de Rafa, no encuentro la entrada de
ninguna manera, te coge en pleno éxtasis bajador.
El desvío
supone otro corto pateo por senda brutalmente bonita hasta que podemos
volver a montar y disfrutar de ella, es tremenda, de lo más bonito que
se pueda hacer, estrechita, con un bonito punto técnico, raíces, alguna
roca, escalón y agua, mucha agua.
Aquí me gustaría hacer un
inciso porque encuentro que l’Ollería es el único pueblo de España donde
llueve en diferido….¿Recuerdan cuando grabábamos los programas en vídeo
y los veíamos al día siguiente? Pues en l’Ollería sucede lo mismo pero
con la lluvia, moja con retardo, al día siguiente.
¿Qué cómo
puede ser? Lo único que les puedo decir es que hoy no nos cayó ni una
gota del cielo pero acabamos la ruta como si nos hubieran echado un cubo
de agua por encima. No nos mojó la lluvia de hoy sino la de ayer, que
se esconde en la vegetación y arbolado esperando que pase algún incauto
para caer sobre él y provocarle un buen constipado. Senda patrocinada by
Frenadol.
Y es que la senda es tan estrecha y bonita que es
inevitable sacudir algún arbusto o rama, cayéndote un diluvio encima, el
de la noche previa, comenzando una calada de dimensiones bíblicas, ni
Moisés hubiera podida abrir tanta cantidad de agua, recuerdo
perfectamente golpear una rama con el casco y estar a punto de morir
ahogado. Tremendo.
Pero lo más curioso de todo, es que
repetiría una y mil veces con tal de volver a ciclar esa preciosa senda,
que sin duda encantaría a los bikers de la vertiente más montañera
alcoyana, es muy disfrutona. Lástima que el terreno estaba delicado y
nos dejamos algún paso que en seco seguro que podríamos realizar. Mucha
roca y agua son mala combinación para nuestros huesos pero una grandiosa
fuente de ingresos para los yesaires.
La fabulosa senda acaba
saliendo al Camí de les Aigües, el que transcurre por el precioso paraje
de la Cova Negra, parando un momentito a quitarnos las protes y
soltarle a Rafa lo de mi nueva bici. Dicen los psicólogos que es malo
retener las cosas, a mi me gusta hacerles caso, no me guardo ni los
pedos.
Iniciamos el conocido retorno a Bellús por el precioso
paraje, muy otoñal, hasta desviarnos a la derecha por la carretera de
Xàtiva, en busca de la cantera, a la que entramos para internarnos por
el Camí de la Fillola y la senda de Aníbal.
Por cierto, unos
cachondos estos de l’Ollería a la hora de bautizar sus sendas, o es que
lo hacen en el bar, en los chupitos post-almuerzo. No lo descarten. Se
llama senda de Aníbal porque por allí se supone que pasó el conquistador
cartaginés con sus elefantes. Tras verla, pienso que también pasó el
Apolo XIII, Forrest Gump y el ejército norteamericano yendo a la Guerra
del Golfo.
Y es que, o los elefantes de entonces son como los
ponis de ahora, o resulta que fueron dando saltos sobre sus trompas,
porque de otro modo por allí no pudieron pasar. Se trata de una senda
estrechita, corta pero muy divertida.
La otra posibilidad es
que los cachondos fueran los cartagineses, llamaran elefantes a sus
ponis y lo que se supone que fue una épica travesía de los Alpes a lomos
de gigantescos paquidermos, fue un vulgar cruce a lomos de un burro. El
venderse bien no lo hemos inventado nosotros, vete tú a saber.
Finalizada la senda, pronto cogemos otra a la derecha, la del Realenc,
que sale al Camí de Bellús tras sorteo que tronco de pino puesto por
simpático vecino al que me gustaría ver sonreír sin dientes. Rafa y yo
lo apartamos para que no causara estropicios.
Ya solo quedaba
un tranquilo retorno a L’Ollería salpicado por alguna rampa interesante,
sobre todo una que fue tremenda y con muy poquito grip, la humedad en
las piedras se dejaba notar mucho, sobre todo por el barrillo acumulado
en nuestros neumáticos. A tal punto llegamos que, justo a la llegada al
pueblo, en cerrado giro a la derecha en ascenso, se me fueron las dos
ruedas al mismo tiempo y no me caí de milagro.
Hubiera sido el
colmo, sobrevivir intacto a una ruta de Rafa, si no contamos con la
pulmonía, para caer a doscientos metros de la meta. Afortunadamente, el
destino no lo permitió y ahí debió gastar todas sus balas puesto que
entramos en bonito bar a almorzar y no nos quisieron atender.
Resulta que eran poco más de las doce y nos dijeron que estaban
preparando las comidas. Deben gustarse de preparar las cosas con
tranquilidad. Está claro que esta gente no valdría para desactivar
bombas, el contador siempre les llegaría a cero. De la que se han
librado los Tedax.
Afortunadamente, nos atendieron muy bien en
el bar de enfrente y almorzamos fenomenal, sin duda repetiremos en
futuras visitas, poniendo broche final a una fantástica mañana de MTB,
de esas que te remontan a los orígenes, a la esencia de nuestro deporte.
Gracies, Rafa !!!
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