8/12/19

Tr El Paller + Tr Aníbal

Ocurre con los productos alimenticios que, para distinguirse de la competencia, tratan de diferenciarse a través de la etiqueta de denominación de origen, evitando así falsificaciones. Es evidente que un turrón de Jijona está mucho mejor y tiene más calidad que uno hecho en China, concretamente en la localidad de Guang Xin Hoan, famosa por su sobrasada mallorquina, fabada asturiana y turrón de Jijona. Que la diarrea les coja confesados.

Pues bien, opino que algo así se podría hacer con las trialeras, ponerles un signo de calidad o de distinción que nos permita saber a qué nos enfrentamos, no tiene nada que ver una trialera Rotera con una senda de “Los Pikaos”. Más de un disgusto se ahorraría alguno y a lo mejor hasta de un diente roto.

Así, dentro de la variedad de sendas patrocinadas, habría una denominación “Powered by Rafa”, o directamente la marca “Tipotane”, el culpable de todo, incluso de la felicidad del que escribe. Se trata de un tipo de senda muy específico, típicamente valenciano, de montaña, con cantidad de roca en su lecho, siempre irregular, tanto en ascenso como bajando, arrancando sonrisas y pateos por igual.

A Rafa ya le conocéis, es un gran amigo al que embauco con mucha frecuencia pero que se venga de mí de vez en cuando; se desquita con ganas y bien a gusto que se queda. Aunque no tanto como yo.

Así, tras hacerlo venir de l’Ollería a la Cala Reona en la ruta de hace dos semanas, esta vez le tocaba a él tomar revancha, invitándome a comentárselo a algún otro amiguete pero, sus rutas son tan especiales y diferentes, que tuve miedo a perder amistades. No son aptas para todos los públicos, en la televisión pública antigua tendrían dos rombos y una camilla.

Suerte tuvimos porque, tras una semana de lluvias, el sábado amaneció con un cielo amenazador pero sin agua. Había caído durante la noche anterior. Con un fresquito y humedad interesantes iniciamos la ruta camino de Bellús, por el Camí dels Caputxins y l’Assagador de Bellús después, por tranquilo asfalto que evitaba un barranco que probablemente fuera una trampa de barro. Rafa se guardaba la pólvora para después, no quería mojarla de inicio.

Llegamos a la Casa del Salido por corto y empinado tramo trialero que daba idea de la humedad del terreno para entrar en el Camí de Bellús primero, Camí de l’Ollería después, que no deja de ser el que pasa junto al Barranc del Salt. Estaba siendo una ruta tranquila que aprovechamos para ir contándonos batallitas mientras yo reventaba por contarle que tenía una nueva bici en casa. Pensaba presentársela al día siguiente.

Pero claro, con Rafa la calma nunca dura demasiado tiempo, solo hace que preceder a la tempestad, que se inició una vez pasado Bellús y girado a la izquierda por algo de asfalto primero, pista rota después, en ascenso a La Planissa, donde hay un par de depósitos. Recordaba que Ramón me había hablado de aquella subida alguna vez, la verdad es que se puede subir toda en bici y se convierte en bonita senda después.

Pero aquí es donde estaba la trampa, en lugar de bajar la senda tradicional que finaliza en la carretera de Xàtiva, Rafa me hace girar a la derecha en un cruce y me encara a un subidón de narices, al Paller, que como buen soldado de infantería afronté con ganas y sin rechistar. Subida dura pero ciclable, al menos en su primer tercio.



Me encantó la subida, bastante ciclable en su inicio, algo menos en el día de hoy por la humedad del terreno y mi tacañería, que impidió cambiar mi neumático trasero la semana pasada y parece un slick de motogp. Hubo un punto en que la rueda patinaba tanto que no pude continuar, en seco se puede subir un poco más.

Eso sí, tampoco tanto, porque a partir de curva a la derecha el terreno se vuelve impracticable y obliga a portear la bici hasta la cresta. No es un porteo difícil, no es necesario echársela al hombro. Las bonitas vistas de Bellús y su embalse, amenizan el ascenso.

Una vez en la cresta, a la que Rafa llegaba por primera vez y probablemente una bici de montaña también, decidimos calzarnos las protes y continuar, pensando que llegaba la bajada pero, nada más lejos de la realidad, puesto que quedaba un cresteo sobre terreno típico valenciano, muy técnico, sobre rocas, escalones y piedras de punta que logré pasar en buena parte. Me ponen muy tonto estos tramos, más que “Nueve semanas y media”, para desgracia de mi mujer.




Tras disfrutar como un cochino en el ascenso, muy bonito por ser una cresta que permite ver ambas vertientes del Pallet, Bellús a un lado, Xàtiva al otro, llegamos al vértice geodésico donde, ahora sí, tocaba bajar sin remedio, no sin antes mostrarme Rafa la senda del ermitaño, con un cresteo fabuloso que sin duda probaremos alguna vez, aunque hayamos de cargar con bastones de montaña.



La bajada prometía mucho en su entrada, iniciándola con ganas y decisión, que rápidamente se nos esfumó al comprobar que aquello estaba empinado de narices y con un grado de dificultad extremo, máxime con la roca mojada. Un suicidio tirarse por allí, por lo que fuimos bajando a pie. Una lástima, apenas ciclamos un poquito al inicio y algún cortísimo tramo después.

Eso sí, la pendiente suaviza más abajo y ya permite montar, no exento de encontrar escalones emocionantes y pasos de los de rezar el Padrenuestro, que me lo sé de carrerilla de tanto practicarlo con Rafa. Sus rutas deberían estar financiadas por el Papa de Roma, fomentan el catolicismo.

Y bajábamos felices sobre las bicis cuando, de repente, nos surge una senda perfectamente marcada a la derecha…. ¿Dónde irá?....aquí surgió la vena exploradora del anfitrión y nos desviamos por ella. El MTB nació gracias a inconscientes y exploradores, Rafa no entra en la primera categoría.


Y la senda resultó ser espectacular, va sobre el Barranc de la Salut y estaba siendo chulísima hasta llegar a una zona realmente bonita en la que paramos a fotear y mirar por dónde seguía. Increíblemente no logramos saber por dónde, ya en casa vimos que había que seguir bajo la cresta en la que paramos. Una senda tan bonita y marcada no podía terminar tan de repente.


Al no encontrar la salida, tuvimos que darnos la vuelta y deshacer el tramo bajado, sin apenas poder ciclar. No importaba, el lugar era muy bonito y estaba disfrutando mucho de la ruta.

Una vez en la senda original, seguimos bajando por tramo muy divertido hasta que, en su parte más cañera, hemos de tomar desvío a la derecha. Si no es por aviso de Rafa, no encuentro la entrada de ninguna manera, te coge en pleno éxtasis bajador.

El desvío supone otro corto pateo por senda brutalmente bonita hasta que podemos volver a montar y disfrutar de ella, es tremenda, de lo más bonito que se pueda hacer, estrechita, con un bonito punto técnico, raíces, alguna roca, escalón y agua, mucha agua.



Aquí me gustaría hacer un inciso porque encuentro que l’Ollería es el único pueblo de España donde llueve en diferido….¿Recuerdan cuando grabábamos los programas en vídeo y los veíamos al día siguiente? Pues en l’Ollería sucede lo mismo pero con la lluvia, moja con retardo, al día siguiente.

¿Qué cómo puede ser? Lo único que les puedo decir es que hoy no nos cayó ni una gota del cielo pero acabamos la ruta como si nos hubieran echado un cubo de agua por encima. No nos mojó la lluvia de hoy sino la de ayer, que se esconde en la vegetación y arbolado esperando que pase algún incauto para caer sobre él y provocarle un buen constipado. Senda patrocinada by Frenadol.

Y es que la senda es tan estrecha y bonita que es inevitable sacudir algún arbusto o rama, cayéndote un diluvio encima, el de la noche previa, comenzando una calada de dimensiones bíblicas, ni Moisés hubiera podida abrir tanta cantidad de agua, recuerdo perfectamente golpear una rama con el casco y estar a punto de morir ahogado. Tremendo.

Pero lo más curioso de todo, es que repetiría una y mil veces con tal de volver a ciclar esa preciosa senda, que sin duda encantaría a los bikers de la vertiente más montañera alcoyana, es muy disfrutona. Lástima que el terreno estaba delicado y nos dejamos algún paso que en seco seguro que podríamos realizar. Mucha roca y agua son mala combinación para nuestros huesos pero una grandiosa fuente de ingresos para los yesaires.

La fabulosa senda acaba saliendo al Camí de les Aigües, el que transcurre por el precioso paraje de la Cova Negra, parando un momentito a quitarnos las protes y soltarle a Rafa lo de mi nueva bici. Dicen los psicólogos que es malo retener las cosas, a mi me gusta hacerles caso, no me guardo ni los pedos.

Iniciamos el conocido retorno a Bellús por el precioso paraje, muy otoñal, hasta desviarnos a la derecha por la carretera de Xàtiva, en busca de la cantera, a la que entramos para internarnos por el Camí de la Fillola y la senda de Aníbal.

Por cierto, unos cachondos estos de l’Ollería a la hora de bautizar sus sendas, o es que lo hacen en el bar, en los chupitos post-almuerzo. No lo descarten. Se llama senda de Aníbal porque por allí se supone que pasó el conquistador cartaginés con sus elefantes. Tras verla, pienso que también pasó el Apolo XIII, Forrest Gump y el ejército norteamericano yendo a la Guerra del Golfo.

Y es que, o los elefantes de entonces son como los ponis de ahora, o resulta que fueron dando saltos sobre sus trompas, porque de otro modo por allí no pudieron pasar. Se trata de una senda estrechita, corta pero muy divertida.

La otra posibilidad es que los cachondos fueran los cartagineses, llamaran elefantes a sus ponis y lo que se supone que fue una épica travesía de los Alpes a lomos de gigantescos paquidermos, fue un vulgar cruce a lomos de un burro. El venderse bien no lo hemos inventado nosotros, vete tú a saber.

Finalizada la senda, pronto cogemos otra a la derecha, la del Realenc, que sale al Camí de Bellús tras sorteo que tronco de pino puesto por simpático vecino al que me gustaría ver sonreír sin dientes. Rafa y yo lo apartamos para que no causara estropicios.

Ya solo quedaba un tranquilo retorno a L’Ollería salpicado por alguna rampa interesante, sobre todo una que fue tremenda y con muy poquito grip, la humedad en las piedras se dejaba notar mucho, sobre todo por el barrillo acumulado en nuestros neumáticos. A tal punto llegamos que, justo a la llegada al pueblo, en cerrado giro a la derecha en ascenso, se me fueron las dos ruedas al mismo tiempo y no me caí de milagro.

Hubiera sido el colmo, sobrevivir intacto a una ruta de Rafa, si no contamos con la pulmonía, para caer a doscientos metros de la meta. Afortunadamente, el destino no lo permitió y ahí debió gastar todas sus balas puesto que entramos en bonito bar a almorzar y no nos quisieron atender.

Resulta que eran poco más de las doce y nos dijeron que estaban preparando las comidas. Deben gustarse de preparar las cosas con tranquilidad. Está claro que esta gente no valdría para desactivar bombas, el contador siempre les llegaría a cero. De la que se han librado los Tedax.

Afortunadamente, nos atendieron muy bien en el bar de enfrente y almorzamos fenomenal, sin duda repetiremos en futuras visitas, poniendo broche final a una fantástica mañana de MTB, de esas que te remontan a los orígenes, a la esencia de nuestro deporte.

Gracies, Rafa !!!

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