26/11/18

Ibi amb els Mataos

¡¡¡ Qué larga se hace la espera cuando tienes ganas de hacer una ruta !!! Hacía algo más de dos meses que se programó la ruta de Álvaro por Ibi y se me ha hecho eterno; siempre ocurre cuando sabes que es buena, de las otras ni te acuerdas. Rebusquen en sus recuerdos amorosos y verán que es así, salvo que sufran de estrés postraumático fruto de un exceso de alcohol en un sábado por la noche y exceso de realidad el domingo por la mañana.
Y es que Álvaro es un amigo de “Los Mataos” que nos ofrece sus sendas y trialeras dos veces al año, organizando siempre rutas muy divertidas en las que no coge asfalto ni para ir a comprar el pan, baja en tirolina desde su balcón.
Esta vez tocaba visitar la zona de Onil, ya conocida por nosotros pero siempre muy entretenida, todos los años la visitamos y lo pasamos genial.
Y ante la expectativa creada, nueve “Mataos” acudieron puntuales a su cita…..bueno, no del todo, el Friky Supremo llegó tarde y caliente, pese a los cinco grados de temperatura, por expedición de receta del señor de verde tras descuido en la renovación de licencia. Seguro que no le vuelve a pasar en los próximos diez años, lo que dura la vigencia de la misma.
A todos nosotros, además del anfitrión, se unieron Rafa y Leo, dos bikers entusiastas y amigos de “Los Mataos”, un gustazo poder contar con ellos en las grandes citas. El primero todavía víctima de un fuerte resfriado, aprovechamos sus visitas para ponerlo en forma; el segundo víctima de una falta de plan, que siempre ofrecemos con alegría a cambio de su sabiduría y conocimiento. Podría escribir una enciclopedia de trialeras, la Trialeopedia.
Salimos del Parc de les Hortes a poco más de las ocho, con un frio interesante, sobre todo para los descuidados que llegaron con traje de verano, verán cómo no olvidan consultar las páginas meteorológicas para la próxima vez. Si sobreviven a la pulmonía, claro está.
Afortunadamente para ellos, la ruta empieza fuerte, subiendo en dirección al Lavadero con buenas rampas que pronto hacen entrar en calor antes de internarnos por el Barranc dels Molins, sobre cuyo lecho vamos ciclando con un frio que se las pela. El barranco es entretenido y enteramente ciclable si tu manillar no pasa de 72 cm…… con 73, ya no pasas por una estrecha pasarela de madera que allí se encuentra. Para que luego digan que el tamaño no importa.
Acabamos saliendo a pista y seguimos remontando tras desvío a la derecha, en tramo cuyas rampas cada vez se hacen más fuertes y no dejamos de quedar impresionados ante la vista de alguna senda que por allí sale.
Y allí íbamos, gritando y burlándonos los unos de los otros, como siempre, hasta que Álvaro nos recomienda apretar el paso y bajar la voz para no despertar al vecino de la garita, que tiene mal genio. Ricardo ya había tenido bastante con una prescripción.
Llegados a un Mas cuyo nombre tiene ascendencia marroquí, cogemos la primera senda del día y que fue la gran sorpresa del día puesto que no la conocíamos. Tiene un inicio algo técnico, mucho más por la humedad de la piedra, para entrar después en senda ratonera, divertidísima y llena de curvas que nos dio un gran subidón antes de llegar junto al “aljibe del peluquero de hombres”, donde tuvimos que parar un ratito para que Rafa metiera cámara a su Plus, que había rajado. Hace unos años se le metía un decodificador.
Divertido descenso por el Barranc de Santa María y giro a la derecha hasta la Venteta dels Cuernos, donde volvemos a territorio abierto que nos permite hablar con más claridad del no transcurso de la ruta por el paraje de la fuente de color encarnado.
Nos internamos en la sierra de Onil, directos al famoso cruce de cuatro caminos para dirigirnos hacia el Alt del Palomaret, a cuyo pies hemos de parar otra vez porque Clemente va muy flojo de aire, asunto que no se arregla comiéndose una fabada sino metiendo cámara en el neumático, que va algo destalonado.
Entretenido ascenso a la cumbre, con la famosa curva de izquierdas esperándonos y superándonos por la humedad del terreno. Mucho más divertida fue la bajada, que realizamos por la variante “soft” ante unas piedras que parecían mantequilla y que le dieron emoción al asunto. En el tramo empedrado del final, hubo unos cuantos que acabaron pedaleando con un solo pie, o incluso ninguno.
De ahí nos dirigimos a la Senda Perfecta, divertidísima también, rápida y ratonera, con bonita rampa final. La hicimos al fenomenal ritmo que nos marcaba Álvaro, un lujazo de rueda a seguir.
De retorno al barranc de Monvari y ante la cantidad de charcos que se iban acumulando por el camino, nuestro sherpa propone abandonar la senda por variante que nos lleva y atraviesa rápidamente el Barranc de Tagüenca y nos encara a la senda de subida al DH de Onil, que me encanta, muy bonita aunque ahora algo menos por la irrupción de las máquinas en su inicio. Luego dirán que las bicis erosionan, yo creo que la maquinaria pesada y sus orugas un poquito más.
La senda la fuimos haciendo perfectamente, tras Álvaro y Leo, un biker con más clase que un repetidor de quinto año, incluso en el tramo empedrado previo al desvío realizado para evitar el asfalto, donde paramos en su inicio a reagrupar y coger un poquito de aire. Venía un tramo duro.
Luego resultó que no fue para tanto, sencillamente porque no estaba ciclable para los mortales, que hicimos pie más de una vez por la humedad de la piedra. Leo y yo apenas pudimos intentarlo. Cuenta la leyenda que Álvaro consiguió subirla entera, hazaña digna de récord o de llevar un saquito de arena dos metros por delante. Impresionante demostración.
Reagrupamos arriba y llegaba el plato fuerte del día, el DH de Onil, para lo cual había que pasar otro rampón duro y técnico para el que no me veía con posibilidades dada la experiencia anterior. Se trataba de un ascenso por roca.
Y parece mentira, pero empecé, pasé el tramo inicial que es el más complicado y, cuando ya comenzaba a verme arriba, supongo que me traicionó el entusiasmo y apreté excesivamente los pedales, perdiendo grip trasero y quedándome con la miel en los labios. Me faltó un pelo para llegar arriba, algo de dejaré para días más secos. Ya he subido por ahí varias veces, es cuestión de llegar con fuerzas y tener suerte, tanta como Zidane en una final de Champions.
Al fin llegamos al inicio del DH, que inicié despacio para dar la oportunidad a Álvaro de coger rueda y pasarle por el tramo más complicado. Yo no sé si fue mi falta de paciencia o el desorden de atrás, pero la cuestión es que, ya en el tramo más complicado (tampoco mucho), me vi bajando solo y fue Ricardo quien apareció poco después, por lo que aproveché para llevarlo por pequeño desvío a la izquierda que hace la bajada mucho más interesante.
Reagrupamos en el fondo del barranco del Lobo y reinicié la marcha en cabeza, seguido de Ricardo, dejándonos caer por divertidísimo tramo, muy rápido y con peraltes, que permite darle a la bici toda la velocidad que uno quiera, tampoco demasiada en nuestro caso por saber que existe algún que otro salto camuflado que pretendíamos evitar. Lo pasé genial en este tramo, una pasada poder coger rápido los peraltes.
Acabamos en lecho rocoso en el que rápidamente hay que prepararse para corto ascenso técnico que realicé, se me suele dar bien, hasta arriba, donde puedes esquivar unas rocas por la derecha justo antes de salir al asfalto.
Iniciamos el descenso por carretera pero, muy rápidamente, nos internamos a la derecha por senda que te recibe a lo grande, con un buen tobogán y después rampón de la muerte, duro, duro y con un puntito técnico al inicio.
No conseguimos subirlo nadie del tirón, Álvaro falló al inicio, yo en la mitad, de tanto aflojar para coger aire. Es más largo de lo que parece y, tras coger un poquitín de oxígeno, se puede terminar del tirón. Los compañeros fueron llegando con cara de castigo excepto Domingo, que salió muy feliz en las fotos, dándole besitos a su e-bike.
Por cierto, un caso particular el de Domingo, un “Matao” con un corazón que no le cabe y que trata de disimularlo gruñendo pero, no nos engaña, al enano gruñón es al que más se le quiere. No disimules y deja de poner a Marcos como excusa, te vienes con nosotros porque te gusta. Si no estuviera Marcos, veríamos qué te inventabas. Mucho más que amigo.
Una vez finalizado el repecho, corto descenso por senda primero y pista después hasta llegar a la Casa Tápena, que atravesamos para dirigirnos al divertido Barranc de l’Arcada, en cuyo descenso hice recto en curva que obligó a descalar, no a descabalgar.
Entretenido transcurso por su lecho y salida para transcurrir por unos bancales salteados de sendas, la última de las cuales fue divertidísima, de meter plato grande y pedalear hasta morir, enlazando curvas ratoneras a todo trapo mientras vas esquivando pinos. Alguno habrá sufrido sobredosis de resina.

Ya solo quedaba el retorno a Ibi, por tranquila pista que a tramos circula por el Barranc de Gorgàs, algo embarrado y que aprovechó Santa para soltar piernas y dejarnos atrás, lo cual fue objeto de burla en cuanto equivocó el camino, y van tropecientas mil veces ya……en el grupo están los que llevamos GPS y, los que no, que aciertan el camino evitando la trayectoria de Santa, que no da una.
Llegada al pueblo y rápida búsqueda del bar, donde almorzamos de categoría y a buen precio, suponiendo un gran colofón a una divertidísima mañana. 



Todavía quedaba la guinda final porque, en nuestro retorno a los coches, nos salió a recibir el Comité de Bienvenida de Ibi, vestido de rojo y acompañado por la banda del pueblo, que amenizó nuestro paso.
Llegada a los coches y a despedirnos hasta ocasión posterior, que ya va rondando la cabeza del organizador. Volveremos entusiasmados a la nueva convocatoria. Muchísimas gracias, Álvaro !!!

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