1/10/17

Senda d'Eli 2. Sierra Espuña.

Crònica de Carlos de la espectacular ruta del dissabte per Sierra Espuña amb els Mataos. Sendes sendes i mes sendes....

Diría Jesulín que las sendas son como un toro, en ocasiones lo ves todo muy negro, por cuestiones físicas o técnicas, y de vez en cuando pegan unas “cornás” que no veas. A continuación diría “¡¡¡ Currupipiiii !!!” pero, bueno, no entraremos en su amor por los felinos a rayas ni su afición a interpretar canciones, “toas” con elaboradas y variadas letras.
Para mí las sendas siguen el ciclo biológico de los seres vivos, nacen con el propósito de conectar lugares o facilitar una reforestación, como en el caso de Sierra Espuña; crecen con el tránsito de su uso, ahí tenemos la amplitud actual de las 500 y Mil Curvas; se reproducen, siendo este el caso más controvertido, me parece bien si tienen algún fin como el expresado al inicio, no así cuando se quiere recortar curvas para ganar tiempo en el Strava o hacer atajos salvajes que no hacen más que incrementar la erosión.
Finalmente mueren, cuando caen en el olvido o son víctimas de accidentes geológicos o meteorológicos, como los derrumbes que las sepultan o caídas de árboles que las cortan. En este caso quedan en manos de un grupo de voluntarios que las quieran recuperar o, finalmente, la naturaleza seguirá su camino y las finiquitará. Desgraciadamente, hemos sido testigos de uno de estos casos, espero podamos resolverlo a tiempo.
Cada fin de septiembre, “Los Mataos” visitan Sierra Espuña para poder rodar por la zona cerrada al público durante los seis primeros meses del año, por nidificación de águilas. El objetivo es claro, hacer ruta por senda fantástica descubierta por Elías, nuestro sherpa. Tendrá su nombre original pero, para nosotros, es la senda de Eli; muy imaginativos no hemos sido nunca a la hora de bautizar sendas.
Hoy no fue menos y a las ocho estábamos todos en el Trasvase para iniciar la tradicional visita, esta vez acompañados por Rafa, el endurero bocairentino amigo de “Los Mataos”, el del cambio trasero en la mochila, creo recordar que era de nueve piñones, espero lo haya actualizado o solo le servirá de ancla. Ya vino con nosotros dos años atrás, poco después de salir de su lesión, acabó reventado, hoy siguió con la tradición, es biker de costumbres.
Se realizó un pequeña variación sobre el recorrido tradicional, intercambiando las zonas de subida y bajada con el fin de probar tres pequeñas sendas nuevas y ver si nos pueden servir en un futuro, las dos primeras quedaron para los endureros, la tercera para todo el grupo.
Por ello, subimos por las celebérrimas Mil Curvas, senda víctima de un marketing desmesurado o de un político que cobró por mil y se quedó con el presupuesto de las 930 que faltan. También es posible que quien la bautizara fuera un chaval de primaria, que no supiera contar mucho….68, 69….qué viene, qué viene…..mil !!!.....o que el creador perdiera la cuenta, no tuviera ganas de volverla a iniciar y redondeara descaradamente por encima. No sabemos el motivo pero lo cierto es que faltan muchas.
Se trata de una subida muy larga y entretenida, en la que vas superando una curva tras otra, quedando apenas un par con cierta dificultad puesto que el paso de los años y ciclistas ha ido facilitando el paso, ensanchando la senda. Unos seis kilómetros de divertida y llevadera subida.

Reagrupamos al final, ya en la pista, y voy a buscar la entrada a uno de los tres tramos nuevos, que se inicia justo en la primera curva de la pista, dirección Fuente del Hilo, solo son quinientos metros, los últimos de pista, pero el inicio es muy prometedor, corta pero buena bajada por senda apenas transitada, con buena pendiente, reguero y raíces, que le dan un punto de emoción. Es plenamente ciclable si te gusta bajar, si controlas menos te tocará caminar un trecho. A partir de entonces me alejé de Domingo, el rey de las collejas.
Salimos a la carretera que lleva a la Fuente del Hilo, que remontamos levemente para girar a la derecha e ir a buscar el segundo tramo nuevo del día. Antonio y Domingo habían tenido suficiente con el primero y decidieron ir directos a la Fuente del Hilo, a esperarnos allí.
El tramo nuevo no llegó a los 1.500 metros pero fue muy divertido para mí, bajamos por senda al fondo del valle, con cuidado de los regueros, para barranquear por el fondo sobre senda estrecha y bastante rota por el paso del agua. Toda ciclable salvo por uno o dos puntos, requiriendo siempre un poquito de habilidad. Solo hubo un pequeño percance, espero que el imitador de superhéroe mejore rápido esa mano.
La senda conecta con el recorrido tradicional de nuestra ruta, por lo que seguimos por el trayecto de siempre, sendeando hasta volver a subir al Centro de Interpretación y llegar a la Fuente del Hilo por detrás, por senda rematada con unas divertidas escaleras. Todo un festival.
Una vez todos juntos, vamos buscando el área recreativa de “La Perdiz”, ¿Cómo?, por senda, no podía ser de otro modo. El ritmo es vivo y Rafa comienza a notarlo, suele salir en solitario y se ahorra los piques intragrupo que tanto juego dan en los almuerzos.
A partir de ahí, viene la única parte pistera de la ruta, pasamos por la entrada al Leyva, a espaldas del antiguo sanatorio de tuberculosos y entramos en nueva subida, ya de nuevo por senda buscando la carretera del Berro. Aquí comienza a flaquear Antonio, que pregunta por atajo al coche. Le explico que si nos acompaña un poco más, existe salida directa al trasvase.
Tras rodar brevemente por la carretera del Berro cogemos el principal objetivo del día, la senda de Eli, que se inicia como siempre, por el borde del valle a través de senda estrecha con fantásticas vistas y buena caída a la derecha, que hace las “delicias” de Ginés, un Matao de vértigo. Voy abriendo camino y tengo la sensación de que la senda no está siendo transitada, el piso está rugoso y la vegetación va ganando terreno a la senda, cada vez más estrecha.

Seguimos la fantástica senda, curveando y divirtiéndonos mientras nos acercamos a la zona de nidificación, en la que nos encontramos con la desagradable sorpresa del día: supongo que por el efecto de las nevadas, ha habido un gran derrumbe de pinos que sepultan la senda, interrumpiendo el camino.
Fuimos pasando obstáculos, los primeros más o menos fáciles, después tuvimos que ingeniárnoslas como pudimos para seguir adelante. Los derrumbes son continuos, logramos llegar a la pared de nidificación pero apenas podemos seguir, la vegetación va cerrando la senda y, lo peor, gira de nuevo a la derecha a la zona del derrumbe, que nos obliga a seguir porteando. La zona está impracticable y entiendo la sensación de abandono de la senda, por ahí ya no pasa nadie y, si le unimos el hecho de que está cerrada seis meses del año y que es justo la que pasa por debajo de la pared de nidificación. Tengo la impresión de que no se va a recuperar. Es una gran pérdida, habrá que buscar alternativas.

Una vez superado el tramo pinos caídos, la senda vuelve a ser ciclable, llegando al desvío a la izquierda que nos hemos saltado en más de una ocasión. Como voy delante y lo recuerdo bien, paro a la entrada para indicarle a Antonio que es el momento de separarnos, si siguen la senda, tal y como va, llegan al trasvase, por ahí subí recientemente mientras me preparaba para la Transalpina. Le acompañan Domingo, Luismi y Javi. Cruzo los dedos para que todo vaya bien, mi continuidad en “Los Mataos” está en peligro, mi carta de excomunión está redactada y solo falta su firma.
El resto del grupo sigue el trayecto habitual, senda muy chula y sin demasiada dificultad, aunque sigamos encontrando pinos caídos de forma esporádica que se superan con facilidad. Se nota que por aquí sí está pasando gente.
De todos modos, recuerden que la senda no es de bajada, es llana y salpicada con varios repechos que la endurecen. Rafa va notando la acumulación de esfuerzos, mis compañeros empiezan a apostar por cuánto tardará en borrarme de su agenda de contactos, no me quitará del whatsapp porque no tengo pero voy a perder un amigo en el Facebook.
La senda finaliza, tras siete kilómetros, en la pista que te lleva a la Fuente Bermeja. Reagrupamos y me comenta Rafa ilusionado que ya solo quedan tres o cuatro kms de ruta; la culpa fue mía, le comenté que me sonaba que la ruta tenía unos 35 kms pero, viendo dónde estábamos, decido comprobarlo en el GPS y veo que la ruta tiene casi 40 kms. Un jarro de agua fría para el bocairentino que me obligaría a currarme un buen almuerzo si no quería perder su apreciada amistad, espero que fuera suficiente. Sigo comprobando el Facebook en todo momento.
Bajamos por la pista para iniciar el último repecho del día, la subida al final de las 500 curvas, por senda con gran pendiente en su inicio, con una famosa doble curva que hace estragos tras la bajada previa. A partir de ahí, sigues subiendo pero con una pendiente más llevadera hasta llegar a desvío por la derecha por el que enlazamos senda junto a acequia con agua, muy bonita pero también afectada por las lluvias en algún tramo.
Finalmente alcanzamos la cumbre e iniciamos la bajada por pista para enlazar nuevo tramo de senda en la cuarta curva del camino. La senda es un éxito, tiene unos 1.500 metros completamente ciclables, con unas vistas tremendas en su inicio, en su tramo llano, para iniciar un corto y divertido tramo de bajada con curveo ratonero que nos enlaza con las 500 curvas, por las cuales seguimos bajando hasta el final, disfrutando de esas continuas paradas para tomar las herraduras y volver a arrancar hasta la próxima.
Llegamos al final y, viendo la hora, preguntamos qué hacer, seguir lo previsto hacia la Rompebicis o bajar directamente al trasvase para llegar a los coches de forma meteórica. La sentencia la puso Rafa, que directamente preguntó por dónde se subía menos, prefiriendo el agggsfalto a la senda….ahí fue cuando vi peligrar seriamente nuestra amistad, había que echar el resto en el almuerzo para recuperar puntos.
Al coche llegamos de forma meteórica, ya saben, algunos ven asfalto, meten plato, bajan piñones y se ponen a tirar como locos, yo paso de tirar en asfalto pero, ahora que no nos oye nadie, cojo rueda y no me deja nadie, llegando a los coches a rueda de Ginés, que había abierto hueco con el resto. Rafa llegó un poquito después, aliviado por la vista de los coches.

Más aliviado quedé yo al saber que Antonio, Domingo y compañía estaban en el “Jarro del Oro”, acabando su almuerzo. Parece que llegaron bien y tengo garantizada mi continuidad en “Los Mataos” una semana más, hasta que la vuelva a liar. Ya saben, me gusta vivir en el alambre.
Nosotros decidimos compensar a Rafa llevándolo a comer al “Simón”, riquísimo paellamen de arroz con conejo y caracoles que hizo olvidar por un momento a sus queridos bocatas. Lo vi comer bien, hasta repetir, de la paella no quedó ni el socarrat, por lo que quedé tranquilo, seguiremos siendo amigos por un temporada más, hasta que se la vuelva a liar….


La resta de fotos ací. https://www.facebook.com/rafel.vidaltipotane/media_set?set=a.10155528670911138.1073741908.560231137&type=3&pnref=story

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