2/5/19

DH Peña de Francia

Copie i pegue la cronica de Carlos de l'ultim dia. 


La guinda del postre la dejamos para el último día, y qué guinda, como ese dulce que esperas con ansia desde que lees el menú nada más entrar al restaurante. Iba a ser todo un DH desde la Peña de Francia, un pico que veíamos cada mañana desde San Martín del Castañar y del que alucinábamos con su altura, más de 1.700 metros. Íbamos a bajarlo enterito y del tirón, alguno se cambió la ropa interior más de una vez solo de pensarlo.

Como la ruta no era circular, llegamos allí en coche, aparcando junto al Santuario de “Ntra. Señora de la Peña de Francia”, a la que rezamos para que todo saliera bien. Justo enfrente teníamos el repetidor de telecomunicaciones, las rayitas de cobertura se salían del móvil.

Pero lo que más llamaba la atención era el “fresquito” que hacía, unos cinco grados que parecían mucho menos por el gélido viento que hacía, yo de corto, por lo que intentamos acelerar los preparativos para evitar que los primeros turistas que llegaran a la zona no encontraran a un grupo de bikers tiesos como el bolsillo de un mileurista. Los saltitos que dábamos eran por la emoción pero, sobre todo, por la falta de calefacción.


Una vez listos, nos dirigimos rápidamente al mirador principal para comenzar el descenso por unas escaleras en las que Chemari me hizo una foto para el recuerdo. Este hombre hace magia hasta con el dedo luxado.


 Corto primer tramo por hierba y sin apenas vegetación hasta reagrupar. A partir de ahí es cuando verdaderamente comienza el DH, sobre una senda amplia pero totalmente alfombrada de piedras, gordas, de esas en las que hay que llevar cuidado en no cogerlas mal para evitar susto con el tren delantero. Las vistas son tremendas, la ostia también.

Bajamos disfrutando muchísimo, enlazando largas rectas con zetas, todas perfectamente ciclables pero sobre todo, piedra, muchísima piedra, hasta que comenzamos a internarnos en la zona del bosque y comenzamos a pisar tierra, aunque todavía con mucha roca gorda y suelta. Repito, es un terreno delicado a la hora de soltarse en exceso.



Fuimos disfrutando mucho, haciendo relevos foteriles, hasta realizar el primer cruce con la carretera que sube a la Peña. Pasamos al otro lado, paro a realizar fotos en divertido escalón y seguimos adelante, bajamos rápido, con “yijas” por doquier, vamos divertidísimos aunque perdiendo desnivel muy rápido, casi tanto como puntos pierde el Madrid en Liga.

Nueva salida a la carretera y se crea una disyuntiva puesto que el track nos baja por carretera durante un rato pero observamos que se puede seguir bajando por cortafuegos en el que Javi descubre pequeño salto intermedio…..¿Qué hicimos? Espero no tener que decírselo. El hecho de que llegara a nosotros un veterano biker con Trek azul y se echara por allí sin pensárselo, nos convenció del todo.



Y tuvimos la suerte de comprobar que, justo tras el salto, salía senda a la izquierda que continuaba la bajada, por la que la seguimos unos cuantos, Chemari y Esther habían decidido seguir el track inicial. La senda es divertidísima, nos gustó mucho. Algo menos al señor de la Trek que, al ser alcanzado por nosotros, y ante el ruido atronador de nuestras ruedas, se puso nervioso y cayó al suelo. Nos disculpamos pero, por el tono del exabrupto, no quedó satisfecho.

Al llegar a un punto en el que se vuelve a acercar mucho al asfalto, paramos para ir a buscar a los organizadores, a los que encontramos e hicimos venir para que vieran la alternativa encontrada, que ahorra el asfalto. Ya tenemos versión 2.0.

Una vez todos juntos, seguimos la senda y realizamos nuevo giro a la izquierda, ya por pista, que enlaza con el track original. Estamos en mitad de un precioso bosque de coníferas. Muy bonito, todas las rutas lo han sido.

A partir de ahí, se suaviza claramente la bajada aunque sigue habiendo un bonito tramo con escalones de madera que inmortalicé hasta acabar en pista que nos deja en la carretera que nos lleva a La Alberca. El DH como tal ha finalizado y casi ni nos hemos dado cuenta. Qué rápido pasa el tiempo cuando lo disfrutas bien. Le cedo la excusa a algún eyaculador precoz ante la cara de disgusto de su pareja.

Toca ahora un tramo de enlace por asfalto, por la carretera que vuelve a San Martín del Castañar, que dejamos a la derecha para pasar junto al Campamento Juvenil de “La Legoriza”, donde hay unas ruinas visigodas y un pequeño lago fruto de las lluvias que Javi aprovechó para resarcirse del día anterior. Le encanta el agua, mucho más si no cae dentro.

Nosotros seguimos adelante, en busca del camino de “Los Molinos”, perfectamente señalizado y que supone, al igual que en el día de ayer, entrar en una zona de cambio radical del paisaje al internarnos en terreno granítico, sin árboles ni apenas vegetación. Parece que estés en la luna.

Aprovechamos el lugar para disfrutar de lo lindo de las bicis, saltando piedras de altura considerable mientras que, a lo lejos, vemos ciclista que viene de cara, salido de la máquina del tiempo, con una Yeti blanca de hace diez años y que parecía estar disfrutando un montón…..¿Sería el abominable hombre de la Yeti? Igual se ha dado cuenta que es más divertido montar en bici que ir escondiéndose y asustando a la gente.

Nosotros retomamos el camino y la cosa comienza a ponerse interesante con un par de buenas rampas, todas ciclables aunque alguna exigente, hasta que iniciamos la bajada. Estamos todos con la mirada de las grandes citas, Chemari nos ha advertido más de una vez sobre “Los Molinos” y alguna que otra foto hemos visto, viene mandanga de la buena. Droga dura en terminología “bttera”. Somos unos yonkis de las piedras.

Y todo lo que os diga, no será nada respecto a lo que veréis si alguna vez tenéis la oportunidad de visitar el lugar. Solo diré que es, con diferencia, la bajada más técnica que haya hecho hasta ahora. Mi referente en ruta técnica sigue siendo la ruta de “Los Platillaos” de l’Ollería, a la que tengo ganas enoooormes de volver, pero la bajada más técnica de todas es, sin duda, la de “Los Molinos” de San Martín. Un auténtico espectáculo.

Y se inicia divertidísima pero sencilla, con curvas, rocas y escalones pero bastante llevaderos, hasta alcanzar el punto más culminante de golpe y porrazo, porque la dificultad se va incrementando hasta que, de repente, coges curva a la derecha en escalonazo y te ves metido en una escalera de roca empinadísima y muy, muy bonita que, sin querer, haces recta hasta el final para comprobar que no tiene salida ciclable.

Así nos ocurrió a Melchor, Joan y a mí, que encabezábamos el pelotón, así que miramos atrás y vimos que, en realidad, nos habíamos saltado una curva a la derecha y otra de izquierdas que “permitían” hacerlo todo del tirón. Solo era cuestión de saber cómo. La senda está montada pensando en senderistas, a nadie se le ha ocurrido pensar que pudieran pasar bicis.

Estuvimos un rato viendo la mejor trazada y, al final, una piedra con hierba fue la referencia para todo el mundo y, tras algún que otro intento, comenzó a salir el tramo. Los “yijas” comenzaron a resonar por todo el monte.

Sin palabras nos dejaron Javi y Sandra, que se tiraron conforme llegaron y, simplemente indicándoles dónde pisar, bajaron del tirón a la primera. Del alicantino te lo puedes esperar, todos sabemos del nivel que tiene pero de alguien que apenas lleva un año en bici… comienzo a pensar que el Manto de la Mare de Dèu de Agres viene de Kripton.





Mientras celebraban el paso conseguido, me adelanté en busca del siguiente, que estaba a veinte metros, así se acumulan allí los pasos, en una curva a la derecha cerradísima, con una entrada muy complicada, llena de rocas que impiden coger algo de inercia y una salida cerradísima. No sé ni cómo pero la pasé del tirón. Menudo grito di, ni el hermano Pinzón cuando descubrió tierra….y no sigo que me sale la rima.

Buenas fotos salieron del lugar, a alguno no le acabó de gustar la toma y repitió varias veces, así de coqueto es el novio. Al final le acabó saliendo y gustando la foto, tras casi tantas tomas como una película de Kubrick. Menos mal que las cámaras de ahora no usan carretes, le habría tenido que cobrar el doble.

Seguimos bajando y disfrutando un montón, el terreno es absolutamente espectacular, con un subidón de narices, ya con un pelín menos de dificultad pero siempre lleno de escalones de roca y grandes piedras.



Cómo será aquello que, una vez relajado pensando que lo gordo había pasado, me encontré, sin saber cómo, saliendo por la orejas de la bici, poniendo fin a dos años menos un mes sin caer. No fue nada y, con la rabia del error cometido fruto del exceso de confianza, agarré la bici, subí a la carrera y volví a bajar el tramo, ahora con mejor éxito. Peor no se podía hacer.

Cortísimo remonte en el que nos pusimos a jugar de nuevo, demostrando Javi y Melchor que estaban totalmente desatados, mientras me adelanto a fotear en otro bonito lugar mientras indico a los compañeros las trazada buena.

Y todavía quedaba otro tramo peliagudo, lleno de piedras y escalones por doquier aunque, por desconocimiento, nos saltamos la parte más difícil. Allí las curvas son tan, tan cerradas que no las haces porque no las ves ni las intuyes. Pasa lo mismo con la buena fe de los políticos.

Fue Melchor quien descubrió la doble curva que nos habíamos dejado atrás, la vi y pensé que era para senderistas. Realmente el sendero está pensado para ellos y, en realidad, se hace en sentido inverso. Los amantes del trekking suben por este tramo.

No le pareció igual a Melchor, que estudió concienzudamente la trazada mientras yo pensaba que estaba loco y que el piñazo iba a ser gordísimo hasta que, no es que lo intentara, es que le salió !!! Ver para creer, me llevé las manos a la cabeza y, por un momento, a punto estuve de cagarla y tocarle porque ni por un momento pensé que pudiera ser posible y me coloqué en un sitio donde casi, casi le molesto. No me lo hubiera perdonado. “Sir Melchor de la Bike”, a partir de hoy, ha entrado a formar parte de la aristocracia bttera.

El tramo que finaliza la bajada es también muy divertido, con buenos escalones y losa a la derecha que rápidamente buscó Blanca, más pilla que nosotros, y dimos por finalizado el bajadón del siglo. Un orgasmo pedrolenco de dimensiones bíblicas. Acabamos más extasiados que Santa Teresa de Jesús, algunos ya organizaban rápida escapada para el día siguiente a repetir. Yo no quería tentar tanto a la suerte, sobre todo conyugal.

Seguimos bajando pero ya por senda normal, de tierra, entretenida y muy bonita, con algún que otro paso sobre puente metálico hasta que comenzamos a subir por senderazo espectacular y que se rompía de verde, hasta llegar a cruce en el que paramos a reagrupar, enviando a Rafa por delante para que siguiera remontando a su ritmo.

Resultó que el camino a seguir era el descendente, por lo que el bocairentino hizo subida de más Temo que se quiera vengar este próximo sábado, dice me que tiene preparada una encerrona. Le temo, pero me encanta.

Una vez vuelto al cruce original, seguimos por la derecha en entretenida bajada que nos deja sobre puente metálico que pasa sobre la Cascada Sin Fin y que supone la quita de las protes e inicio del duro retorno a San Martín del Castañar que la tarde anterior habíamos hecho a pie y nos había asustado.



Comenzamos el ascenso encabezado, cómo no, por Joan, Melchor y yo, muy despacito, con mucha tranquilidad y cabeza ante el gran esfuerzo que teníamos por delante. Un par de buenos tramos técnicos al inicio y otros que vas encontrando a lo largo de la senda, sobre todo en zonas donde atraviesa la senda un arroyo y en las que han puesto piedras para evitar que se lleve la tierra. No es difícil pero la tremenda caída de la derecha te lo hace pensar un poco. La poca cabeza ayuda mucho.

Fuimos pasando los pasos, ascendiendo con tranquilidad ante el asombro de los múltiples senderistas que fuimos encontrando, dejándonos un par de cerradas curvas en las que haría falta pasar levantado rueda delantera en el primer caso, o dando botecitos, la segunda sí la veo factible en caso de volver. Lo espero con ansia.

Lo cierto es que, tan asustados íbamos, que fuimos subiendo con tranquilidad y, poco a poco, devorando metros hasta comprobar que estábamos ante la última rampa, la de entrada al pueblo, donde dimos el resto para llegar arriba del todo. Es muy dura y empedrada, Joan lo consiguió, a mi me faltaron cinco o diez metros, no por falta de fuerzas sino de grip, por escoger mal la trazada….cagüen…..Melchor quedó un pelín más atrás.

El resto fue llegando con tranquilidad, el bocairentino remolcando, Sandra sonriendo. Imposible cogerla en otra pose, como modelo de “La Gioconda” no hubiera servido. El resto fue llegando poco a poco, lograron remontar buena parte de la rampa y llegar al pueblo con esa sensación de los grandes días, esperándonos una fantástica barbacoa para rematar la faena. Y es que fue un fin de semana de auténtica Pasión, estábamos imbuidos por el espíritu de la Semana Santa.



Fue la ruta que coronó un fantástico periplo de tres salidas que disfrutamos como enanos gracias a la iniciativa y organización de Chemari y Esther que, como siempre, no hacen más que ofrecernos grandes momentos y recuerdos que quedarán para siempre en nuestra memoria y cámara de fotos.

Gracias, pareja, es una enorme suerte contar con amigos como vosotros y también agradecer al resto las risas y gran ambiente vivido. Grandísima Semana Santa que espero repetir, si mi mujer no me echa de casa antes, no lo descarten.


Ací la resta de fotos. https://www.facebook.com/rafel.vidalsoler/media_set?set=a.10156940498176138&type=3

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