13/1/19

Bc Llobera

Cada cierto tiempo me va entrando un picorcillo en el cuerpo, no, no se equivoquen, no son ladillas, es la llamada de la montaña, que me reclama.

Todas las semanas hago salidas Btteras con los amiguetes que tengo repartidos por toda la provincia y mis “Mataos”, pero una cosa es hacer sendas y trialeras reconocidas y otra muy distinta es hacer sendas de montaña, al menos como yo las entiendo, esas estrechitas, técnicas y con mucha piedra, habituales en senderistas, muy poco en ciclistas.

Pues bien, cada vez que me sucede, es porque va siendo hora de visitar a mi amigo Rafa, para que me dé una vueltecita por su Reino. Es un amigo noble, no engaña, te va a meter en una emboscada sí o sí, el día que me haga una plácida ruta por senditas sencillas, le pediré que me devuelva el dinero.

Ya me avisó a lo largo de la semana, pasándome vídeo y crónica de su última visita en solitario por el barranc de la Llobera, nuestro objetivo, donde indicaba que había cierta alternancia de ciclismo y senderismo, yo casi que le añadiría el rafting. Rafa ha inventado un nuevo tipo de triatlones.

A las nueve de la mañana estábamos listos para partir de l’Ollería, una hora más tarde de lo habitual por el frío anunciado, algo palpable en mi vehículo a la salida del Barranc de la Batalla en Alcoi, donde el coche marcaba un acojonante – 5 °, me acordé de Chema & Esther y se me heló hasta el pensamiento.

Por cierto, ahora que lo pienso, empiezo a entender por qué se conserva la gente tan bien en Alcoy, por el frio, como el mamut aquel que encontraron en Siberia. Estoy cayendo en la cuenta que los elfos de la Tierra Media no vivían eternamente por su propia naturaleza sino porque residían en Alcoy…. ya sabemos de dónde se inspiró Tolkien.

Afortunadamente, estábamos a 1 ° en l’Ollería, todo un lujo según lo visto. Iniciamos la ruta por el Camí dels Caputxins, en dirección a La Gaveta, que apenas tocamos para salir a la antigua carretera nacional y alcanzar el Port de l’Ollería.

A partir de ahí, corto descenso por asfalto hasta alcanzar la entrada a la senda del Portalet, donde nos espera un ascenso de aproximadamente un kilómetro por una fantástica senda, de las “made in Rafa”, estrechita, dura y con un puntito técnico chulo aderezado por unas fantásticas vistas a nuestra derecha, de las que apenas se puede disfrutar puesto que hay que ir muy concentrado en evitar las ramas de la izquierda y salir montaña abajo.

El terreno estaba espectacular y, salvo golpeo de pedal en piedra que me hizo echar pie a tierra en una sola ocasión, logré subir el resto del tirón, llegando arriba cansado pero muy satisfecho. Gran comienzo de ruta.



Esta senda nos la presentó Rafa en nuestra última visita a l’Ollería, con unos cuantos Mataos, pero en esta ocasión, en lugar de realizar el descenso hasta el Port, continuamos la senda, en leve tramo de bajada que rápidamente se torna en subida, con un par de cortos tramos de porteo.

El lugar es espectacular, senda que faldea la sierra, siempre rodeada de montañas, con el Barranc de Cairent al fondo, de esas en las que os veis totalmente rodeados de naturaleza, en la que parece que el resto del mundo no exista. Muy pocos ciclistas han rodado por aquí, motos unas cuantas más, porque comenzamos a ver las heridas de sus tacos y un par de zonas totalmente destrozadas por aquellos que, sin controlar demasiado, suben a base de manguerazos, una lástima.

Llegamos al deseado punto de “protes on” e iniciamos un corto pero cañero descenso, bastante roto y muy divertido hasta encontrar unos metros reventados por las motos, que por allí suben, corto tramo a pie y volvemos a montar. La senda es bonita de verdad, muy, muy chula. Estoy flipando.

Pronto termina el descenso y alternamos duras rampas, casi todas ciclables y cortas bajadas, hasta llegar a una última rampa de BMX, o “Bici al Muscle Xtrem” en terminología Tipotanística, Tipatonística en términos Chemarísticos.

Salimos a lo que parece un cortafuegos que, en realidad, se hizo para hacer pasar un gaseoducto, con promesa de visita en otra ocasión para ver si es bajable o no, solamente habrá 
que esperar a que hagan una mochila lo suficientemente grande como para que quepa un paracaídas.

Dejamos la senda por un momento, iniciando corto trayecto por pista rodeando la Casa de la Basseta Roja para volver a entrar por senda, ahora sobre terreno más suelto pero igualmente divertido, con una serie de tobobanes que te arrancan una buena sonrisa.

Atravesamos un bancal y, ahora sí, nos internamos por el fondo del Barranc de la Cova Murada. Aquí es cuando te das cuenta que muy, muy poquitas bicis pasan por aquí, la senda se cierra bastante aunque siempre eres capaz de ciclar, luchando de vez en cuando con las plantas por la posesión del manillar. 


La senda va llaneando y con terreno técnico, siempre divertido, pasando junto a la Cova Murada hasta internarnos en el Barranc de la Fos, donde ya trascurrimos por su lecho y alternamos zonas ciclables con otras imposibles, con piedras enormes que obligan a descabalgar.



El lugar es espectacular, parece que el mundo se haya olvidado de ti y seas la única persona que por allí haya transitado jamás, junto con Rafa, el cual teme que estemos pateando demasiado, yo lo único que temo es que se acabe. El terreno es super-técnico, estoy disfrutando muchísimo y solo desearía que estuviera más cerca de Elche porque Ricardo y yo nos pasaríamos el día allí dentro, buscando la forma de pasar cada uno de los múltiples pasos técnicos que existen. Es de esos lugares que quedan en tu corazoncito para siempre.



Finalmente, con todo el dolor de nuestro corazón, alcanzamos el Riu Canyoles, que vadeamos como podemos en dos ocasiones para pasar al otro lado y quitarnos las protes. Han sido unos 8.5 kms de senda inolvidables, técnicos, de auténtica montaña que, sin duda, harán las delicias de otros locos de la montaña como Gabi, Rubén o Jordi Climent. Tenéis que venir sí o sí.





Queda el retorno a l’Ollería, no sin antes volver a realizar un remonte a pata por un talúd muy potente puesto que no se puede realizar el último vado del rio por la cantidad de agua que trae salvo que tengas una zodiac en la mochila. Un flotador de patito también valdría pero la bici quedaría en la otra orilla.


Por tanto, cruzamos el río por un puente que encontramos tras unos bancales y, a partir de ahí, el retorno se realiza por carreteras locales, cogiendo el Camí Reial de Xàtiva por la Venta Cremada y el Camí de Mangai hasta volver a entrar en la antigua nacional, por la que encaramos ascenso hasta el Port de L’Olleria, donde Rafa me tiene preparada una última sorpresa puesto que abandonamos la nacional por el Camí de la Palla, Camí dels Calderons después, hasta entrar en la Senda del Port, que realizamos en sentido ascendente.


Fue todo un detalle por parte del bocairentino porque sabe que me ponen muy tontorrón este tipo de sendas, potentes, en subida y con un puntito técnico, que me hizo subirla con muchas ganas hasta el final. Es plenamente ciclable salvo un par de puntos concretos en los que bajas más por precaución, por haber caída fea hacía alguno de los lados o incluso los dos.



Volvemos a salir a la antigua nacional, que ascendemos con tranquilidad, volviendo a pasar por la entrada de la senda del Portalet, llegar al Port de l’Ollería e iniciar el descenso a la localidad por las sendas de La Gaveta, recordando un paso realizado con Chemari & Esther el día de los “Platillaos”, hasta llegar al final de la ruta, coronada con un buen almuerzo en bar local.


Ruta fantástica, con una de esas sendas que no se olvidan, una de tantas en el Reino de Rafa, que se empeña en hacerme disfrutar como un enano por su territorio. No es para todo el mundo, son sendas técnicas y de montaña, no debe importarte algún que otro pateo, pero si te gusta este terreno, no lo vas a olvidar.



Solo un apunte para cuando la repitamos, salir a las ocho y así nos dará tiempo a acabar con la trialera dels Caçadors, será memorable.


Gracies, amic !!!

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