3/11/19

Xtrem Enduro. Polop

Copie i pegue la crònica de Carlos del divendres a Polop. Per la meua part vaig patir moooooooooolta calor.


Estoy disfrutando casi como nunca del MTB, rememorando tiempos que creía perdidos y que, para los que ya peinamos canas, o calvas, fueron una época dorada de la bicicleta de montaña. Un tiempo de grandes KDD’s donde un montonazo de amigos nos veíamos semana tras semana, cada vez en un lugar distinto, a través del Whatsapp de la época, el Foromtb.
La desaparición de estos eventos fue lo que más eché de menos cuando volví a la bici tras dos años de sequía forzada; el Foromtb había muerto y se había perdido ese nexo que nos unía a todos. Nos habíamos dispersado más que un argentino filosofando.
Pero al igual que no se le pueden poner puertas al campo, a las ganas de disfrutar, y sobre todo de compartir grandes momentos, no se les puede poner límites y, finalmente, entre Whatsapp y Facebook, las KDD’s vuelven a surgir y aquella época dorada vuelve con más fuerza que nunca.
Y uno de los grupos que más empeño pone en compartir sus rutas con los demás son los “Xtrem Enduro”, grupo ilicitano que recorre todo Alicante y Murcia semana tras semana, divirtiéndonos el resto de la semana con sus vídeos y su consabido grito de guerra: “Ieeeee, Qué paaaasa Xtrems !!!”.
Se trata de una firma tan reconocible como “el frotar se va a acabar” o “¿A qué huelen las nubes?”. Se rumorea que Obama, antes del “Yes, we can”, estuvo probando con el “Ieeee, qué pasa, men !!!”. Si hubiera pagado suficientes royalties, todavía habría un negro en la Casa Blanca y no un blanco que nos tiene negros.
Pues ya son varias las convocatorias de los “Xtrem Enduro” a las que he acudido, fundamentalmente las que han realizado de forma conjunta con los “Bikers de l’Alcoià”, otros grandísimos amigos, en las que siempre ha habido un común denominador: el buen ambiente y la diversión. Es lo único que prometen, y lo cumplen. No valdrían como políticos, los echarían a patadas por honestos.
En esta ocasión, se planificó la ruta desde Polop, junto al cementerio de la localidad y en el día de “Todos los Santos”, ambientación perfecta para una película de terror, pero hoy la máscara de Jason llevaba mentonera. Por si las moscas, los más supersticiosos se echaron toneladas de sal por la espalda y restregaron sus cuerpos con ramitas de romero, incluso por el orto. Hoy los pedos olían bien.
Fue un tremendo placer saludar a los Xtrem: Fernan, Jose, Rosa, Manu, Roberto, Ramón, Dani Maquea, Arek y a Martín, espero no dejarme a nadie. Otros grandes amigos acudieron allí, como Álex, junto a Dani y Juan, a los que ya hacía un tiempo que no veía.
Gran sorpresa me llevé también al encontrar a Jordi, Constan y Alba, y me dejo a Rafa para el final, el bocairentino al que ayudo a gestionar su agenda, al igual que aspiro con la de Enrique. Años de experiencia me avalan.
También estaba Jaime, lo reconocía del Pou Clar pero no recordaba su nombre, también estuvo la semana pasada en el Sabinar pero no nos dio tiempo a charlar. Hoy lo tuvimos poco pero no fue de buen gusto. Espero podamos compensar en las próximas. Recupérate, amigo. Todo quedó en un buen zurzido y una cicatriz que servirá para lucirte con tus nietos.
Mucha más gente había por allí, alguna de la cual pude ir conociendo, Juan (otro ilicitano endurero), Víctor y los valencianos, con los que espero hablar más tranquilamente en otros fregaos, que seguro los hay.
Iniciamos la ruta tras realizar el grito de guerra de los “Xtrem”, para lo cual necesitamos un ensayo previo con el fin de sincronizar y aclarar nuestras lindas vocecitas. No pensaron lo mismo los pájaros de alrededor, que salieron despavoridos, ni algún muerto que se removió en su tumba. A una abuelita le tuvieron que hacer masaje cardiaco para recuperarla, dijo haber visto moverse una lápida y nadie le creyó, solo su difunto marido.
Atravesamos tranquilamente Polop y nos dirigimos hacia La Nucía, desviándonos hacia la urbanización de “La Alberca”, donde iniciamos un cómodo ascenso por asfalto lleno de charlas y risas, es el momento de saludos y anécdotas, de la calma que precede a la tormenta, o al ascenso en términos “btteros”. Para los eléctricos, un simple aguacero.
Pasada la urbanización, entramos en la tierra para buscar el Camino del Morgoig y recibimos la primera en la frente: Ramón pierde al mismo tiempo los dos pedales de su Kenevo, increíble. Parece ser que le acababan de cambiar el cuadro y el mecánico le dejó los tornillos con el mismo apriete que los de su cabeza. De haber ocurrido en alguna bajada, la cosa podría haber terminado muy mal.
Nos llevó un buen rato arreglarlo porque la rosca de los pedales se había comido pero, finalmente, Ramón pudo completar la ruta pero con los pedales doblados. La sensación sería como la de ir en bici caminando sobre la arena o saliendo de un almuerzo en el “Simón”, donde parece que el suelo se mueva bajo tus pies. Lo curioso es que solo pasa al salir, nunca al entrar.
Retomamos la ruta con rapidez pero, a media subida, encontramos a otra buena parte del grupo arreglando nueva avería, en este caso en las ruedas traseras de José Mas y Dani Maquea. Los Xtrem se compenetran hasta para romper. Tras quitar una pelota de látex de la rueda del primero, con tamaño suficiente como para echar un partido de fútbol, poner cámara y utilizar compresor de los valencianos, se pudo continuar.
Por cierto, hay que ver hasta dónde llega la comodidad de los bikers y la sustitución de lo manual por lo eléctrico, ya no solo por el motor de las bicis sino que también en las bombas de aire, donde también comienza la sustitución de la manual por la eléctrica. Espero que la tendencia no llegue a otros campos, puesto que el calor de la mano da más gustirrinín que un frio plástico a pilas.
Mientras terminaban el arreglo, los atmosféricos aprovechamos de nuestra inferioridad física para adelantarnos, en mi caso junto a Juan, pasando junto a la Casa del Morgoig y seguir pista arriba hasta la entrada a la senda Forest, donde esperaba el resto de atmosféricos con las protes puestas. Comenzaba lo bueno.
Me adelanté a fotear en el conocido escalón junto al simpático tronco de pino, encontrándome la trialera tan divertida como siempre. No tiene dificultad más allá de lo suelto que te puedas encontrar el terreno y la entrada al escalón, que debes hacer con un poquito de control para no verte lanzado contra el pino y quedar como el imán de una nevera.

Todos lo pasaron fenomenal, también la curva de derechas del final donde más de uno echó de menos una valla con colchoneta ante las dificultades para frenar y realizarla. Para los menos bajadores se ha creado pequeño desvío por la derecha que evita el paso. Ya es trialera para todos los públicos.
Reagrupamos tras la curva, ya con radiantes caras de felicidad, y nos desviamos a la izquierda, cruzando el barranc del Morgoig para coger la senda de La Alberca, que transcurre sobre la urbanización del mismo nombre. Se trata de una senda larguísima y muy divertida, rápida y ratonera, con zonas de pedaleo y algún que otro repecho infernal que te deja sin aire o con el pie en el suelo. Muy divertida y que gustó a todo el mundo.
El único que no fue de la misma opinión fue Jaime que, en pleno entusiasmo senderil, se desequilibró en una curva y salió directo contra un pino, haciéndose profundo corte en el antebrazo izquierdo con una rama de pino cortada. Se agradece mucho la buena intención de cortar alguna rama que moleste al pasar, pero rogaría que cortaran un poquito más adentro para evitar golpear en ellas.
Al ir detrás de él, los dos vimos el feo corte sufrido y supimos que la fiesta se le había terminado. Tratamos de cortar la hemorragia apretando fuerte mientras dos senderistas locales nos echaron una mano avisando a la policía local, explicándoles perfectamente dónde estábamos. Les debemos una bien grande.
También se la debemos a Rafa, el doráemon bocairentino, que sacó de su mochila vendas, esparadrapo e incluso suero fisiológico para limpiar la herida. Seguro que si sigue rebuscando encuentra un quirófano con cirujano y todo. Al poner el vendaje comprobamos que la hemorragia se había cortado y solo sangró un pelín al colocarlo. Suspiramos todos aliviados, solo era cuestión de puntos, el mismo tratamiento que necesita el Madrid.
Por tanto, Jaime tuvo que abandonar la ruta junto a su compañero (sorry, no llegamos presentarnos), comprobando aliviados que el coche de la policía local ya llegaba a buscarlos. Así, pudimos continuar tranquilos aunque todavía algo conmocionados por el accidente. Por la tarde nos tranquilizó el protagonista al indicarnos que solo hicieron falta dieciséis puntos para dejarle volver a casa. Frankenstein le ganó por goleada.
Seguimos la senda y entramos en las calles del residencial “Paradís” de Polop, que dejamos para entrar en pista ascendente que bordea el Barranc de la Canal en busca de nuestro próximo objetivo: la Canadiense.
El nombre le viene al pelo, se trata de una senda que transcurre a los pies del Ponotx, muy verde y ratonera, por el interior de un tupido bosque de pinos. Es muy bonita y algo batalladora en su inicio, como el montaje de una cómoda de Ikea.
Llega el momento del descenso y la diversión, en este caso bien colocado tras Jordi, que baja fenomenal, con lo que pude aguantarle bien la rueda porque no conocía la senda, de otro modo no le veo el pelo.
Bajada muy divertida, con mucha curva y tobogán, con la única dificultad de evitar los pinos, algo espesos y cerca del borde de la senda. Más de un biker habrá terminado abrazado a uno. Nos gusta la naturaleza aunque a veces nos pasamos en efusividad.
A la hora del único cruce en la senda, para escoger una de las dos vertientes que tiene, encontramos a Arek desviándonos a la derecha, alargando la bajada por tramo estrechito y muy bonito que transcurre sobre el barranc de Gulapdar. Hay que llevar cuidado con la primera curva y un tramo sobre piedras. La senda es espectacular.
Salimos a pista y enlazamos con la cementada que sube a la Casa de Dios, que tomamos con mucha tranquilidad y tiempo suficiente para ir decidiendo si bajaríamos por Castellets o llegaríamos hasta el final para ir al DH del Matet por un nuevo tramo de senda, la del Salt.
La subida se convirtió en un rosario de bikers, encabezado por el pelotón eléctrico que nos esperó a la entrada de Castellets donde, antes de que llegaran los más asfixiados, decidimos seguir hasta la Casa de Dios y probar con la nueva senda.
No se informó a los muertos ciclantes de que podrían haber terminado allí mismo con su sufrimiento para evitar un motín a bordo. Escondimos las escopetas para que nadie pensara en finalizar su ruta en aquel lugar o, lo que es peor, quisiera que la termináramos nosotros. El conocimiento está sobrevalorado, la ignorancia da la felicidad.
Por tanto, seguimos subiendo la cementada que pronto quedó convertida en tierra, pasando por el Mas del Pí y acercándonos a los cielos, a los que llegué con Dani y Álex, todavía con cierto fuelle. Alguna batería ya no decía lo mismo, los últimos iban muertos. Encontramos vacía “La Casa de Dios” pero alguno comentaba haber visto a su ocupante durante la subida, mientras se le nublaba la vista. Si el Vaticano estuviera en lo alto de una gran montaña, su fe no menguaría nunca. Los monjes budistas ya lo sabían.
Y como estábamos en los cielos, disfrutamos de las fabulosas vistas que ofrece aquel lugar mientras descansábamos un rato y aprovechábamos para tomar barritas, geles o cualquier cosa que diera energía. Alguno se puso a chupar el borne de una batería pero no le funcionó, solo se llevó un calambre. Montar un puesto de bombonas de oxígeno en aquel lugar debe ser buen negocio.


Y quedaba el plato fuerte del día, el DH del Matet, así como la nueva senda de enlace por la que nos llevaría Arek, grandísimo conocedor de la zona. Los más agotados y menos duchos en las artes bajadoras decidieron hacer el “Minimatet”, de la mano de Dani y Álex, otros fantásticos sherpas. Volveríamos a reagrupar al final.
Jo vaig ser d'este grup, la veritat es que era una baixada facilona amb algun pas puntual molt concret i que va resultar ser divertida i la vaig disfrutar per a acavar en bones sensacions.
Siguió la diversión por todo lo alto hasta llegar a la rampa final que te deja en la carretera, donde se formó un reguero de bikers empujando hasta llegar a la cima y reagrupar, llegando muy poco después el grupo de Álex y Dani.
Una vez en la carretera, había gente muy deteriorada por el cansancio, Mórtimer como diría el bocairentino, por lo que un grupo decidió que había tenido batalla suficiente y decidió volver al bar lo más directo posible, guiados por Dani y Álex. Fue una gran suerte contar con ellos...... i poder-se fer unes cerveses tranquil·lament.
Los eléctricos y dos atmosféricos locos, Jordi y yo, decidimos que habíamos ido a jugar y que continuaríamos hasta el final, esperando llevarnos el apartamento en Torrevieja en lugar de la calabaza, remontando un ratito por asfalto para entrar en pista a la derecha e iniciar las sendas de Xirles, tan divertidas como siempre.
Para no demorar en demasía, hicimos dos de las más típicas, ratoneras y divertidas como siempre. La última fue la que salía al depósito de Xirles, que realicé muy a gusto tras Jordi, siendo sorprendidos por la repentina vena foteadora de Fernan, al que encontramos agazapado en un costado apuntándonos con su cámara. El vídeo posterior demostró que esa vocación no había surgido de forma tan espontánea, sino empujada por vuelo inintencionado con aterrizaje fuera pista. La salvada debió ser monumental.
Una vez en el depósito, seguimos por la senda de la izquierda, en un último tramo rápido y con alguna que otra piedra que dio más de un susto, llegando todos abajo con un grandísimo subidón y la sensación de felicidad de los grandes días. Había sido una ruta cinco estrellas, con la senda Forest, la Alberca, la Canadiense y festival final con las senda del Salt, del Matet y Xirles…..lo escribo y todavía no me lo creo….qué grandes sois Xtrems !!!
No terminó ahí su grandeza porque Fernan quedó con Jordi y conmigo para acompañarnos de regreso al bar puesto que nuestros motores no tenían litio, aprovechando el paso por Xirles para realizar el tramo de las escaleras.
Lástima que hoy estuviera gandul con las fotos y apenas hiciera alguna pero es que, entre que había gente con muchísimo más nivel que yo en las bajadas, a la que no quería hacer esperar, y lo bien que me lo estaba pasando, hoy quedaron las fotos en un segundo plano. Vean el vídeo de los “Xtrem Enduro” y tendrán media hora completa de descensos. No hay mejor resumen que ése.
De Xirles llegamos a Polop por asfalto, compartiendo la euforia del día y aprovechando para mercadear con futuras rutas y encuentros, por mi parte les compro lo que me propongan, me tienen realmente convencido. Si vendieran Ferreros Rocher, les compraba tres cajas y la Preysler se quedaba sin trabajo. Los Xtrem seguro que saldrían más baratos.
Ya en el bar, avalancha de gente en un recinto con dos únicos camareros, justo frente al cementerio en un día de “Todos los Santos” que me hizo pensar que los dueños tenían menos capacidad de previsión que el tarot de Sandro Rey, por lo que tras esperar un rato y no ser atendidos por nadie, decidimos levantarnos e irnos. Juraría que se les escuchó un suspiro de alivio a los dueños. Montar un negocio pensando en ganar dinero está pasado de moda.
Finalmente, nuestro apetito quedó saciado en un KFC, baratito y grasiento, justo lo que me pedía el cuerpo tras un buen palizón y ruta cinco estrellas. Así pudimos volver a casa contentos, con el estómago lleno y el ánimo por las nubes, deseando que llegue pronto la Come With Us Vol.3
Guardadme un sitio, por favor !!!

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