Ahí va la CroniCarlos del dissabte....
¡¡¡ Qué suerte tenemos “Los Mataos” !!! Nutrido grupo de amigos que dedica los sábados a pasarlo bien, compartiendo risas y grandes salidas mientras disfrutamos de este deporte que tanto nos gusta.
Fantásticas rutas creadas y continuamente mejoradas por nuestro sherpa, el Cristiano Ronaldo de los tracks, que dedica un montón de horas de su tiempo libre a que nosotros podamos acabar los sábados disfrutando del almuerzo mientras comentamos lo bien que lo hemos pasado, que si la bajada aquella, que si las magníficas vistas, las sendas….casi no somos conscientes de que es la gasolina que hace funcionar el grupo. Se trata de Elias, al que desde aquí agradezco de todo corazón el empeño que pone en que todo salga bien.
La salida al Carche siempre fue tradicional en el grupo pero apenas aprovechada, en los primeros años subiendo y bajando por el mismo sitio, saliendo desde Pinoso, ligeramente mejorada con la aportación de Manuel. El salto de calidad se dio hace dos años, cuando nuestro sherpa se puso manos a la obra con el track.
Pero como cualquier famoso artista, se necesita algo de tiempo para completar su trabajo, Miguel Ángel necesitó muchos años para terminar los frescos de la Capilla Sixtina, Eli solo necesitó tres para hacer una ruta difícilmente mejorable. Es bueno hasta para eso.
Su primer intento nos hizo rodear toda la sierra del Carche, ruta totalmente pistera pero divertida, una de esas pocas veces en las que pasas tanto tiempo bajando que no te acabas de creer que hayas subido tanto. Bajada por pista, sí, pero muy ratonera y plagada de curvas, muy divertida y con un pique descomunal con Paquito y Antonio Valle.
El año pasado le dio un importante salto de calidad, incorporando la Senda de los Leñadores, trialerón de tres kilómetros de los que quitan el sentido, muy completo, con tramos de todo tipo, muy chula, causó furor y me la perdí. No volvería a pasar.
Y con esos antecedentes, este año se plantaron una veintena de “Mataos” en la zona de parking del Raspay, tantos éramos que no pudimos meter todos los coches y alguno tuvo que buscarse un poquito la vida para aparcar. Duplicamos la población de tan pequeña localidad.
Como ya me habían “soplado” las bondades de la versión 3.0 del Carche, inmediatamente avisé a mi amigo Rafa para que nos acompañara, tuvo que hacer casi 80 minutos de coche, espero que le valieran la pena. Por cierto, si instauráramos un carné por puntos para ingresar en nuestro grupo, a Rafa le deberían quedar muy pocos….habrá que comenzar a pensar en una variante endurera de nuestro traje para que lo pueda llevar él o abrir una delegación valenciana de “Los Mataos”, si los catalanes tienen embajadas…
Iniciamos la ruta atravesando el pueblo, rodeados de un constante zumbido procedente del sector eléctrico, cada vez más nutrido; esta semana vimos por primera vez la BMC eléctrica de Paco Ochoa, muy bonita. Es como rodar junto a un enjambre de moscas, siempre revoloteando adelante y atrás, hasta timbre le ha puesto uno para acabar de guasearse de los cada vez menos atmosféricos que resistimos…
Eso sí, pocos pero buenos, porque entre nosotros se encuentra el más duro de todos, Antonio aguanta como un titán el envite de los hombres de litio, ni la aldea de Asterix estuvo jamás tan rodeada de romanos como él de los moscones con batería, pero ahí aguanta él, sin más poción mágica que su esfuerzo y veteranía: a mi dejadme a mi ritmo, vosotros id reagrupando que yo voy ganado camino….lo pillé apenas a doscientos metros de la cumbre. Me quito el sombrero ante ti, Antonio, resisteeeee !!!!
Fueron unos once kilómetros de subida constante por pista, afortunadamente sin grandes desniveles, bastante llevadera, aunque Domingo no estaba hoy para muchas fiestas, tras unas cuantas salidas con su Focus eléctrica, hoy trajo su Scalpel atmosférica y ¡Vaya si lo notó!, el ritmo actual del grupo ha subido bastante con el nuevo reparto de fuerzas y lo acusó muy rápido. Afortunadamente, un alma caritativa le prestó su eléctrica a media subida, seguro que al finalizar tenía el almuerzo pagado.
De las dos paradas tradicionales que se hacían, todo el mundo se saltó la primera, así ha cambiado esto en tan corto espacio de tiempo. Eso sí, al menos se reagrupó en la segunda, junto a caseta indicativa a la que Marcos se subió para risas de unos, no tanto de sus isquiotibiales, que con el brusco movimiento y el frio de la mañana, le dieron un toque.
Proseguimos el ascenso hasta el final de la pista, junto a las antenas del Carche, aprovechando para disfrutar de las grandiosas vistas, se trata de una sierra que domina todo el valle, esta última parte es muy bonita.
Un poquito de bici al hombro para volver a montar y llegar unos cuantos al refugio de la cumbre, los más trialeros, que bajaríamos por la senda que lleva de nuevo a la pista, el resto por donde había subido.
La senda está muy bien, solo tiene dos tramos complicados, uno en el que apenas apoyé el pie un par de veces por precaución…..el segundo es harina de otro costal, mucho más complicado, multitud de rocas con dos o tres curvas muy cerradas que, por el momento, están más allá de mi nivel así que, a bajarse y caminar veinte o treinta metros. El resto, fenomenal.
Una vez reagrupados todos, corto tramo de bajada por pista, rodeando la sierra, con corto segmento de senda intermedia cuya entrada costó encontrar y que supuso una rotura de cadena de Ginés, rápidamente arreglada, para encarar la senda de Los Leñadores, donde una muchedumbre de Mataos aguardaba nuestra llegada.
En principio, pensábamos que más de medio grupo seguiría bajando por la pista pero la gente se fue calentando y, ante las buenas referencias de los que vinieron el año pasado, se animó a venir casi todo el mundo. Tengo la impresión de que el año que viene seremos menos.
La senda está muy chula, son tres kilómetros cinco estrellas, muy completa y sin excesivas complicaciones quizá dos cortos tramos, uno al inicio con un buen escalón que te mete en un reguero con dos buenas piedras en la trazada para subir rápidamente a la izquierda para sortear pino caído….y un tramo muy suelto y con un par de curvas a media bajada, poco antes de la única parada que hicimos a reagrupar.
El resto es bastante ciclable aunque hay que llevar atención a la senda porque es muy fácil saltarse la trazada y a la piedra suelta en los tramos que la tiene. Tiene un corto rampón técnico que me encantó también, tramos cerrados de vegetación, otros abiertos, con roca, con piedra suelta…..hizo las delicias de los más trialeros, los que encabezamos el grupo disfrutamos como niños, los de más atrás caminaron bastante y no sé si repetirán.
Volvimos a salir a la pista y dejamos la senda, que seguía todavía más, despidiéndonos hasta nueva visita (en proyecto) por la que llegaremos a su final. Nosotros seguimos por la pista, bajando hasta el cruce del Pozo, por el cual volvimos a iniciar ascenso hacia el albergue por las famosas “16 curvas”.
El cambio de desarrollos, unidos a la explosiva juventud y el aviso anterior, hizo que los “isquios” de Marcos dieran un chasquido y decidieran que ya había tenido bastante, por lo que sufrió un calvario para subirlas todas. Javi le insistió una y otra vez en dejarle su eléctrica pero su pundonor le impidió cogerla y realizó el ascenso como pudo.
Con mucho coraje las subió todas y llegó al albergue, flanqueado por Javi, Juanan y servidor, donde nos esperaba el resto del grupo. Aquí su tío impuso la cordura y finalmente aceptó la eléctrica, no tenía sentido romperse más y dejar, lo que pueden ser un par de semanas de reposo, en una fuerte rotura que te tenga parado una buena temporada. Quedan muchísimas rutas por hacer y disfrutar, Marcos, los buenos bikers son los que se retiran a tiempo.
Seguimos pisteando un par de kilómetros más, por terreno más o menos llano, hasta la entrada a la senda del Mosquito, donde buena parte del grupo se nos despidió hasta el bar, incluso Marcos, aunque a regañadientes y por insistencia nuestra, era lo más inteligente. No sabíamos cómo sería la trialera y podría haber sido un gran problema que se nos hubiera terminado de romper a media bajada. Javi y Luís dudaron bastante pero su lado friky se impuso por poco, animados por José Manuel.
La bajada me encantó, fue fantástica, una auténtica gozada y descubrimiento, lo mejor de la mañana. Desde donde la cogimos, se inicia con un tramo que me recordó bastante al DH de Castalla, con buena pendiente, piedras pero con la anchura suficiente para ir buscando por dónde pasar. Tras pequeño repecho intermedio, vendría lo mejor.
Porque entramos en una parte bastante técnica, estrechita, con escalones y piedras, cuyo colofón fue un giro a la izquierda con doble escalón suicida por el que me tiré y pasé fenomenal, gritando como un poseso después. En reagrupamiento posterior me aclaró Eli que me había salido de la senda y que había bajado monte a través, ya decía yo.
Curva cerrada a la izquierda, escalón abajo seguido de escalón arriba con toque de plato en piedra para nueva curva a derechas y, de repente, escuchar fuerte pérdida de aire por detrás….era Eli, que había desllantado.
Mientras él se afanaba en volver a hinchar el neumático, yo le explicaba a Juanan cómo pasar el doble escalón arriba y abajo, también con toque de plato grande en roca que salió muy bien y solo le costó la paga de la semana. Es lo que tiene salir con tu padre, te paga las bicis, almuerzos y reparaciones a cambio de que no bajes más que él porque te castiga. No ganes nunca al que te lo paga todo, hay que dejarse ganar sin que se note, Juanan.
A partir de ahí, la senda se vuelve más civilizada y llega a la pista tras una espectacular “abocaeta” que hizo las delicias de los que nos tiramos por ahí, aunque con el susto de alguno que llegaba algo embalado a su final y veía muy escaso el terreno de frenado, qué corto se hacía el ancho de la pista !!!
La senda resultó ser un gran triunfo y quedamos con ganas de más, sobre todo cuando, en realidad, solo hicimos el tramo final puesto que la senda se inicia casi desde la cumbre del Carche. Hacerla desde arriba debe ser un espectáculo que, sin duda, probaremos más adelante. El track ya está casi marchado del todo….
Ya solo nos quedaba el regreso al Raspay, por pista primero, por unos bancales después, en los que las prisas por el almuerzo nos llevaron a equivocar un par de cruces saldados con rapidez. Un par de fuertes rampones por el camino hicieron tiritar a más de uno, sobre todo al bocairentino, que aguantó hoy más que nunca, algo menos el soporte de su GPS, que ya dijo basta y solicita su jubilación, una vez se ha enterado que su bici está a puntito de conseguirla.
Llegada a los coches a cargar bártulos y bicis para dirigirnos al bar del almuerzo, con calendario de “Los Mataos”, donde almorzamos con ganas, gachamiga, embutidos y carne a la brasa, todo de escándalo aunque nada comparable al que organizaba la camarera que dejó a más de uno con los tímpanos hechos fosfatina. Menudo sargento chusquero se ha perdido el ejército. Para la próxima organizaremos colecta para comprarle un sonotone y escuche sus berridos, pues sorda debe haberse quedado por culpa de ellos.
En resumen, una fantástica ruta en el Carche, difícilmente mejorable para el grupo, no tanto si se pretende salida endurera, ya en planificación que complete ambas sendas. La vuelta será apoteósica.
Fantàstica ruta amb una molt bona gent i un esplendid dinar.... INMILLORABLE!!!!!! Ací totes les fotos.
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