26/8/17

Xorret de Catí. La Vuelta'17

Hui rutaka per Castalla per a vorer el final d'etapa de la Vuelta a Xorret de Catí. Com no.... amb la fenomenal crònica de Carlos....
Un mes hacía ya del abandono de mis queridas piedras alicantinas y pensando qué hacer, me comenta Rafa de ir a ver el final de la Vuelta a España en el Xorret de Catí, aprovechando para hacer Morro Gros, Rabosa y el DH de Castalla….la respuesta fue obvia: “Yijaaaaa”. Lo sé, soy facilón pero es que Rafa me tiene conquistado.
Salimos a las ocho de Castalla, iniciando un lento ascenso por carretera primero donde las pilas de mi GPS dicen “basta”, también las que llevaba de repuesto. Tres juegos llevaba, llegué a casa con dos, si alguien necesita unas pilas recargables que se pase por allí que un par debió quedar en el suelo, haciendo compañía a mi móvil de Beneixama. Soy el Messi de los despistes.
Tras reanudar sin mi GPS, afortunadamente Rafa también lleva el track, entramos en pista durante unos tranquilos kilómetros que se interrumpen repentinamente al coger senda a la izquierda que te lleva a la cumbre del Morro Gros.
La senda es corta pero dura, dura, y muy técnica, aprovechando la forma física que traigo de la Transalpina para subir bastante sobre dos ruedas, un 80 % aproximadamente, siendo inevitable algún pateo. Llegué arriba bastante agotado puesto que te exige un montón. Rafa se la tuvo que patear prácticamente entera.
Una vez arriba, cogemos otra senda a la derecha, estrecha y plana, con mucha piedra, de esas montañeras, muy divertida. Existe la alternativa de subir por pista más fácil pero te pierdes este tramo de senda….de todos modos, a Rafa me parece que no le importaría probar por lo fácil y mucho menos a sus pies.
La senda enlaza con la subida “fácil” y acabamos llegando al hiper-mojón, del cual desconocemos la causa de tan desproporcionado tamaño aunque Rafa dejó caer que igual hay algún fiambre dentro, como hacía la mafia neoyorkina al rellenar las estructuras de los edificios en construcción de pobres desgraciados. No quiero saber de dónde sacaría esas ideas pero, a partir de entonces, le reí todos sus chistes con ganas inusitadas, por si las moscas.

Nos calzamos las protes y comienza lo mejor, el descenso del Morro Gros, la que para mí es la bajada más espectacular de toda la provincia, cada vez estoy más convencido de ello, más enamorado de ella, a empujones te voy a llevar, Chemari !!!
La primera parte es la más técnica, transcurre por senda estrecha con algunos pasos delicados sobre roca que cae de lado, aunque afortunadamente el grip es tremendo y el neumático aguanta inexplicablemente bien. Una pasada !!!
La segunda parte es un cresteo en pendiente brutal sobre una tremenda losa de piedra, salpicada de rocas sueltas que debes evitar para no llevarte un susto mientras buscas la trazada, generalmente fácil excepto un tramo donde se hace complicado encontrarla; hoy fue la primera vez, resultó cierto que a la tercera va la vencida.


Para que te hagas una idea, Chemari, es como el Castellar pero el doble de largo, de empinado y sobre un trazado más sucio ¿No es emocionante? Imagínate la parte final del Santino pero sobre losa, ahí la pendiente se vuelve adrenalíticamente bestia, rezando para que no te fallen los frenos porque alcanzarías la velocidad de la luz en cincuenta metros…si a Marty McFly le hubiera fallado el Delorean, solo hubiera necesitado dejarlo correr sin frenos por el Morro Gros para coger velocidad suficiente y viajar en el tiempo.
Disfrutamos la bajada como enanos, haciendo relevos para irnos foteando, salimos de revista, ahí no se pueden hacer fotos malas, acabando con unas caras de éxtasis total y un atronador “Yijaaaa!!!!” que retumbó en toda la comarca.
Tras tomar un poco de aire y recuperarnos de las emociones vividas, reanudamos la ruta hacia Rabosa, a través de los conocidos y divertidos toboganes, pasar al otro lado de la carretera, y seguir sobre pista que, a la altura de unas ruinas, abandonas por la izquierda para entrar en una preciosa senda que remonta el barranco del Badallet hasta los pies del Pantanet.

Atravesamos el barranco sobre una preciosa losa, seguimos sobre senda y finalizamos en la carretera que sube a Rabosa y el Xorret, justo donde finalizan los buggies. La ruta es un espectáculo. Ya se ven guardias civiles en el cruce y muchos ciclistas, se nota el ambiente de la Vuelta.
Remontamos por asfalto hasta coger la pista que te lleva a la ermita pero que dejamos en senda a la derecha para llegar a Rabosa por los celebérrimos Clavos de Cristo roteros, tan divertidos como siempre, no se puede ir a Rabosa sin pasar por allí, pecado mortal. Supongo que algo menos se divertirían dos de los tres bikers que nos preguntaron por Rabosa al inicio de la senda, que ya patearon el tramo inicial antes de iniciar los Clavos, al tercero se le veía aburrido de tanto esperar.
También debería estar castigado con pena capital no almorzar en Rabosa dado el nivel de las viandas tomadas. En nuestro caso, pese a ser unos bikers “old school” (¡Qué bien se disimula la edad con el inglés!), decidimos incorporarnos a la corriente que actualmente predomina en el MTB optando por un monoplato, y ya que nos poníamos, bien grande, al menos de treinta y cuatro dientes, nos veíamos con fuerzas suficientes para moverlo.


Pecamos de optimistas y nos vimos apurados para poder con él, venía cargado con huevo y patatas fritas, con ajos, pimientos verdes, butifarra, salchicha blanca, roja, lomo y panceta. Al final resultó cierto lo que dicen, que el desarrollo del monoplato es más duro. También dicen que acabas acostumbrándote, será cuestión de seguir entrenando, forma parte del sacrificio ciclista.
Tras cargar las pilas de energía y colesterol por igual, reanudamos la marcha hacia el Xorret de Catí, esta vez por el barranc del Badallet, para lo cual hicimos un corto descenso por asfalto que aprovechamos para saludar al Muerto al pasar, esperando visitarlo en otra ocasión más propicia.
Alcanzamos la entrada al barranco con expectación, puesto que Rafa no lo conocía, y tras un comienzo con un par de cortos pateos, alcanzamos la parte más divertida, el cabalgamiento sobre piedras en lecho de barranco, muy reventado en esta ocasión pero igualmente entretenido, algo menos para Rafa, al que se le están empachando las piedras y tiene que caminar más de lo previsto, pasando mucha calor por lo avanzado de la mañana y la inexistencia de viento.

Como remedio a la situación, el tratamiento a seguir será tomarse una ruta barranquera ilicitana mensual, durante los meses que sean necesarios, para adquirir soltura en este tipo de terreno. Ya comprobará el afectado que no le harán falta muchos aunque igual los prolonga innecesariamente por el consiguiente almuerzo final en el Simón, donde también se puede optar por el monoplato y aprovechar el viaje para entrenar las dos técnicas por igual, la de conducción y la de digestión.
Una vez la senda va cogiendo altura y saliendo del barranco, se hace más ciclable y el viento comienza a circular, por lo que Rafa se recupera rápidamente para caer pasmado de nuevo, al ver una rotonda en mitad de una senda…..no se rían, tengo foto, existe de verdad, la especulación urbanística llegó a límites insospechados en la zona….
Alcanzamos la antigua Casa del Administrador, ya inexistente, y salimos a la pista que te lleva al hotel de Xorret de Catí, observando las vallas publicitarias de la Vuelta Ciclista a España al llegar al asfalto, aunque dado el calor que hacía y el esfuerzo realizado, urge buscar una fuente con agua, que encontramos a nuestra derecha.
Rellenamos las mochilas pero rápidamente comprobamos que el agua sabe mucho a acequia, por lo que dejamos de beberla y solo aprovechamos para refrescarnos, que ya estaba bien.
Le dimos la vuelta al hotel, visitamos cómo no la estatua del “Chava” Jiménez, que homenajea a los sucesivos ganadores de etapa, visitamos la Meta, que no dejaban cruzar, el stand de Costa Blanca y decidimos subir a la cima del Xorret de Catí, previo paso por el refugio y su zona recreativa, donde solo pudimos adquirir botellas de agua pequeñas y botes de Pepsi, todo caliente, de tanto ciclista sediento que había en el lugar, que no dejaba enfriar la bebida. Menos mal que cubitos sí tenían y pudimos echar unos cuantos al Camel, que afortunadamente aguantó a buena temperatura hasta el final.

Retomamos el camino a la cima, siendo adelantados por algunos carreteros emocionados, alguno de los cuales flaqueaba un poco más adelante. Al final, cansado de ser superado, pegué un tirón y recuperé posiciones ante la estupefacta mirada de los agotados compañeros. Seremos de montaña pero también tenemos orgullo y supongo que la Transalpina también ayudó lo suyo.
Realizamos foto en el Gran Premio de la Montaña y decidimos bajar hasta la entrada al DH de Castalla para ver, desde allí, el final de la etapa. Tuvimos suerte al encontrar un lugar en alto y a la sombra sobre el que pasar las dos horas que todavía quedaban hasta que llegara la carrera.
El tiempo fue pasando rápidamente, ayudado por el paso de la caravana ciclista, cuyo presupuesto está por las nubes, existiendo anunciantes con Lamborghinis sin miedo a quemar un embrague que, total, en un coche de ese calibre seguro que es barato cambiar.

Recibimos la visita del hermano de Rafa, que se encontraba por allí, venía de ver pasar la carrera a todo trapo por Biar y le dio tiempo a llegar para ver el final de etapa. Conforme se fue acercando la hora, más gente llegaba a nuestro mirador, con la alegre sorpresa de ser ilicitanos en su mayoría, varios de ellos conocidos, incluso Quique, el hermano de Raúl, el transalpino.
Bonito detalle el que tuvo Viator, que había montado un tenderete frente de nosotros, con bocatas, bebidas y cafés para sus amiguetes. Se pasaron a saludar y, al ver mi traje de “Los Mataos”, realizado por ellos, nos invitaron a tomar un café y me dijeron que Domingo se ha pasado ya al lado eléctrico del MTB….¿Tú también, hijo mío?
Comenzaron a sonar los helicópteros, se intensificó el paso de guardias civiles motorizados y, al fin, llegó la carrera, encabezada por los escapados de donde salió el ganador de la etapa. Más atrás llegó el grupo de la General, en el que figuraban Alberto Contador y Chris Froome, subiendo a una velocidad que no daba crédito para la subida que llevaban en las piernas y las rampas que afrontaban. Tras pasar los importantes, cogí la cámara y saqué alguna foto para dejar constancia gráfica de que allí estuve.

Una vez pasado el coche escoba, volvimos a Castalla por siempre divertido DH, que hicimos del tirón. No es difícil, solo tiene un tramo técnico en su inicio y otro complicado al final, que dejé pasar por la fuerte pendiente, el desconocimiento de la bajada y, sobre todo, lo suelto del terreno. Ya tengo pensada la trazada para la próxima vez, solo falta el valor para realizarla en cuanto llegue la ocasión.
Una vez finalizado, en lugar de seguir el track de la última vez, que se metía por senda cerrada e intransitable, decidimos seguir hacía abajo por una pista hasta ver a dónde nos llevaba. Resultó ser otro callejón sin salida que nos obligó a volver al track pateando y campo a través. Aventuras en MTB, por eso nos gusta esto.

Una vez en el track, seguimos la senda como buenamente pudimos, mucho mejor que la última vez, y acabamos en la carretera que lleva a Castalla, por la que bajamos adelantando a la caravana de coches y peatones que bajaba de ver el final de etapa.
Llegamos a los coches y nos despedimos hasta el día siguiente, puesto que mi plan inicial para el domingo se vino abajo por asuntos familiares ajenos y Rafa quería ver el final de etapa en Benitatxell, primeramente previsto en moto, en bici una vez me ofrecí a acompañarle.
Ací la resta de fotos. https://www.facebook.com/rafel.vidaltipotane/media_set?set=a.10155428754041138.1073741905.560231137&type=3

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada